por Heinz Dieterich
Dr. Heinz Dieterich*
1. Objetivo estratégico: destruir al Chavismo militar
Un somero análisis de la incursión paramilitar en Venezuela deja claro que fue una operación controlada por la CIA, conforme al patrón de las operaciones encubiertas históricas de Washington contra la Revolución Cubana y la Revolución Sandinista. El objetivo estratégico de la “Operación Gedeón” no era, como dice la propaganda de Maduro y del Washington Post, “capturar, detener o eliminar a Nicolás Maduro” e “instigar un golpe de Estado”.
El objetivo estratégico consistía en impedir la reconstitución del chavismo en Venezuela mediante la liquidación del último potencial militar de resistencia chavista, que encabezaba el noble mayor general venezolano Cliver Alcalá Cordones, desde su exilio en Colombia. El propósito táctico de la Casa Blanca, en cambio, era mantener al rehén electoral estadounidense Maduro en limbo, hasta el momento en que el Imperio juzgue oportuno liquidarlo.
2. Washington y Maduro, unidos
El interés estratégico de Washington de arrancar de raíz la memoria y operatividad del proyecto socialcristiano de Hugo Chávez, le venía como anillo al dedo a la dictadura bonapartista de derecha de Maduro, quien, por infiltración, estaba enterado de la operación. Desde la usurpación del proyecto de Chávez por “el oportunismo de derecha” (Lenin dixit), a partir de 2007-2008, hasta la instalación de la dictadura bonapartista en 2015, causada por la derrota electoral parlamentaria del Madurismo, y el establecimiento pleno de la tiranía por el fracaso electoral presidencial de Maduro en 2018 –sólo ganó el 31% de votos del padrón electoral–, los usurpadores maduristas siempre han temido al renacimiento del Chavismo originario. En su percepción política, ni la burguesía ni el imperialismo figuraron nunca como el enemigo principal.
Por eso, a partir del Thermidor anti-chavista de 2007-8, Maduro y su sindicato político mafioso llenaron las cárceles con militares patrióticos, obreros socialistas, intelectuales críticos y gente del pueblo, incluyendo al Salvador de la Patria, el general Raúl Isaías Baduél, quien hizo fracasar el golpe de la derecha del 2002 e impidió un baño de sangre tipo Pinochet en la Patria de Bolívar.
3. Las fake news de Maduro
Si hoy día Maduro pretende, con su melodramatismo habitual, que la razón de la Operación Gedeón era que “¡No nos perdonan nuestro patriotismo, nuestra lealtad a Hugo Chávez!”, es simplemente una más de sus interminables mentiras, destinadas a confundir al pueblo y la opinión pública internacional. Maduro y sus cómplices no tienen patriotismo ni lealtad al proyecto de Hugo Chávez, que –al igual que el de López Obrador en México– estaba orientado en la praxis de Jesús. Es por eso, que Maduro tiene secuestrado en sus cárceles a alrededor de doscientos militares patrióticos del país, entre ellos muchos de los más estrechos colaboradores de alto rango de Hugo Chávez. De ahí que su descarada afirmación tiene tanta verdad como las fake news de Trump o la propiedad cero de la multiplicación. Por más que sus plumíferos multipliquen la mentira, su contenido de verdad siempre seguirá siendo cero.
4. La traición de Washington
El 26 de marzo, Washington decidió abortar el proyecto de resistencia armada bolivariana, que el mayor general Cliver Alcalá estaba desarrollando en Riohacha (Colombia), en conformidad y permanente contacto con Washington y Bogotá. Según reveló el general, el tuvo reuniones con oficiales estadounidenses en, al menos, “siete ocasiones”.
La ruptura, hábilmente y largamente preparada, fue ejecutada mediante una declaración del Departamento de Justicia que ofreció recompensas por hasta 15 millones de dólares por información que llevara a la detención o convicción (arrest or conviction) de Maduro por delitos de “narco-terrorismo”. Otros 14 altos funcionarios y ex funcionarios, entre ellos Cliver Alcalá, también fueron acusados. A raíz de esta maniobra imperial, el general se entregó el 27 de marzo en Bogotá a autoridades de Washington, dejando la organización de la Operación Gedeón huérfana, sin dirección estratégica.
5. La hora de los buitres
El proyecto se transformó, entonces, en una operación de bounty hunters (cazarrecompensas), politiqueros y mercaderes capitalistas venezolanos y gringos, que no tenía posibilidad alguna de “capturar, detener o eliminar a Nicolás Maduro”, para cobrar la recompensa de 15 millones de dólares. Su quijotesca utopía, de convertirse con un golpe de mano en millionarios soldiers of fortune (mercenarios), amparados por el concepto jurídico gringo del fugitive recovery agent (agente de recuperación de fugitivos) –que figura como profesión legal en el Imperio, desde 1872– se fue al traste en las playas de Venezuela.
6. El sainete de la “invasión militar”
Al abortar Washington la operación de resistencia militar bolivariana contra la dictadura burguesa de derecha de Maduro, la Operación Gedeón se volvió distópica. Para los maduristas, en cambio, se convirtió en un regalo estratégico para acabar con el último núcleo organizado del bolivarianismo militar. Analizando los planteamientos tácticos y los personajes de la operación, es obvio que se había convertido en una empresa quijotesca, con cero posibilidad de triunfar.
El régimen supo bien aprovechar la oportunidad que le brindó el Imperio. Mientras los dos mercenarios gringos que viajaban con sus pasaportes oficiales (¡!), fueron detenidos y tratados muy “humanamente” por las fuerzas represivas del régimen, los oficiales chavistas involucrados fueron ejecutados, presuntamente, a sangre fría. Pese a que se trataba de militares profesionales con avanzado armamento militar, el régimen no ha reportado ni una sola baja de su lado. Se puede presumir, en consecuencia, la conclusión lógica: no hubo combate, hubo ejecución sumaria.
7. Javier Vivas Santana o la razón de la tragedia
La razón de la tragedia venezolana post-Chavez fue expresada recién, en una Audiencia sobre la detención ilegal (secuestro) del profesor Javier Vivas Santana, por la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim, 25 de marzo), ejecutada sin oficio legal alguno. En la Audiencia del día 4 de Abril, el profesor fue imputado por “incitación al odio social” y la fiscal indicó privación de libertad. No tenía terapia médica para tratar convulsiones epilépticas y tampoco para atender su discapacidad visual. Desde ese 4 de abril, ni su esposa Olys ni su hijo Javier de 15 años ni ningún familiar ha visto ni ha tenido trato y comunicación con el preso político de Maduro. El profesor está restringido de visitas, medicinas, alimentos, vestimenta, enseres personales, libros, celular y comunicación. No se sabe nada de él ya. Ni siquiera, si continúa preso en la Dgcim, o si está en alguna cárcel desconocida por los familiares.
Dgcim me está llevando detenido — Javier Vivas Santana (@jvivassantana) March 26, 2020
8. Javier Vivas Santana y Nicolás Maduro
Si las críticas del ilustre Profesor Santana al gobierno califican como delito de “incitación al odio social” y ameritan secuestro y detención con múltiples violaciones de sus derechos humanos y de los procedimientos estándar de todo Estado de Derecho, entonces, la valiente fiscal ya tendría que haber logrado varias sentencias de cadena perpetua para Maduro y sus lacayos. O acaso, ¿hay una “incitación al odio social” mayor que un salario mínimo de 2.33 dólares al mes, las cárceles llenas de militares patrióticos, sindicalistas, intelectuales críticos y luchadores sociales, y la instalación de una dictadura bonapartista de derecha desde el año 2015?
9. Toda tiranía genera su antídoto
A Maduro le encanta proyectarse a nivel mundial como víctima de la agresión de Trump. La causa principal de la crisis venezolana, sin embargo, es la sustitución madurista del proyecto socialcristiano de Hugo Chávez por una dictadura burguesa de derecha. Dado que la realidad es dialéctica –o sea, que avanza por la dinámica de sus contrarios–, toda tiranía genera su resistencia. Dicho en términos venezolanos: “Todo 11 tiene su 13”. Esta es la dinámica que vivimos actualmente: el 11 de abril del 2002, el régimen de derecha de la burguesía fue la dictadura de Carmona Estanga. Hoy, el régimen de Maduro ocupa este lugar.
10. El futuro del dictador
Si Maduro piensa que el sangriento sainete de Macuto o sus triangulaciones a lo oscurito con Ruperti y Trump van a salvar su régimen, está equivocado. Cuando Washington decida acabar con él, no será con un sainete como la Operación Gedeón, sino con un cohete teledirigido, un cáncer como el del Comandante Chávez o un asesinato como aquel que le costó la vida al comandante iraní Qasem Soleimani en el aeropuerto de Bagdad, el 3 de enero.
Si Maduro realmente tuviera “patriotismo y lealtad a Hugo Chávez”, como presume, liberaría de inmediato a todos los presos políticos de su tiranía y convocaría a elecciones libres, para que el pueblo venezolano decida soberanamente su destino. Pero, como esto no va a suceder, hay que esperar a que la dialéctica de la historia haga justicia. Y, mientras, recordar la célebre frase de Benjamin Franklin: “Rebellion to tyrants is obedience to God”.
*Director, Centro de Ciencias de la Transición, CTS-UAM. Coordinador, World Advanced Research Proyect, WARP