En una jugada que ha captado la atención internacional, la presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, ha decidido no invitar al rey de España, Felipe VI, a su ceremonia de toma de posesión. Este gesto audaz ha generado un nuevo desencuentro diplomático entre México y España, y ha puesto de relieve el compromiso de Sheinbaum con la justicia y la reparación histórica.
Según el presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, la decisión de no invitar al monarca español fue tomada por su sucesora. “Recuerdo que cuando me lo planteó, le dije que no lo veía yo necesario”, afirmó López Obrador. Sin embargo, Sheinbaum, una mujer “con convicciones y argumentos”, ha dejado claro que su decisión se basa en la necesidad de que España ofrezca una disculpa por las atrocidades cometidas durante la conquista y la dominación colonial.
“Ese perdón, y se los digo ahora porque viene al cuento y es importante para que lo escuchen en cualquier lugar del mundo, el perdón engrandece a los pueblos, el perdón engrandece a las naciones, el perdón engrandece a las personas”, declaró Sheinbaum, quien se convertirá en la primera mujer presidenta de Norteamérica.
La mandataria electa también recordó que el “Plan de Justicia para el Pueblo Yaqui”, iniciado por la administración de López Obrador, comenzó con una disculpa del Estado mexicano hacia los pueblos originarios, reconociendo las atrocidades cometidas en el pasado. “Significa reconocer y el reconocer significa ‘nunca más’, significa no olvidar”, enfatizó Sheinbaum.
La decisión de Sheinbaum ha generado una respuesta del Gobierno de España, que ha decidido no participar en la ceremonia de transferencia de poder del 1 de octubre. Este nuevo desencuentro diplomático entre los dos países pone de manifiesto la determinación de la primera mujer presidenta de México de hacer frente a los legados históricos y de luchar por la justicia y la reparación.
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