Cómo México se convirtió en el mayor usuario del programa de espionaje más conocida del mundo

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Esa noche, un grupo de automóviles llegó al hotel de los ejecutivos israelíes y los trasladó a un nuevo lugar para las negociaciones cruciales: un club de estriptís en el corazón de Ciudad de México.

El equipo de seguridad del general le ordenó al resto de la clientela que abandonara el club, según las tres personas que conocen las negociaciones, y las conversaciones se reanudaron.

Fue en marzo de 2011, en ese oscuro cabaret donde las mujeres bailaban sobre el escenario y entre tragos de tequila, donde se gestó el uso del arma cibernética más poderosa que existe.

El programa espía, conocido como Pegasus, se ha convertido desde entonces en sinónimo mundial del escalofriante alcance de la vigilancia estatal. Desde Europa hasta Medio Oriente, los gobiernos han usado esa herramienta para piratear miles de teléfonos móviles.

Ningún lugar ha tenido más experiencia con las capacidades y los peligros de esta tecnología que México, el país que inauguró su difusión por todo el mundo.