Genaro García Luna, una vez aclamado como el “Superpolicía” de México, ha sido condenado a más de 38 años de prisión por cargos relacionados con narcotráfico y falsedad documental. Esta sentencia, dictada por un tribunal federal de Nueva York, pone fin a una carrera marcada por la doble moral y la corrupción.
Durante más de una década, García Luna, quien fuera Secretario de Seguridad Pública durante el gobierno de Felipe Calderón, recibió millonarios sobornos del Cártel de Sinaloa a cambio de proteger las operaciones de esta organización criminal. Lejos de ser el defensor de la ley que aparentaba, el exfuncionario se convirtió en un facilitador del tráfico de drogas, traicionando la confianza depositada en él.
Según testimonios clave de exmiembros del Cártel de Sinaloa, García Luna no solo recibía sobornos, sino que también proporcionaba información privilegiada sobre operativos en su contra, permitiendo que el cártel operara sin interferencias. Esta doble vida, en la que combinaba su imagen pública de respetable funcionario con actos delictivos, le valió la dura sentencia impuesta por el juez Brian Cogan.
“Usted tiene una doble vida. Usted vestirá muy elegante. Usted podrá decir que respeta la ley y seguro lo cree, pero su conducta es la misma que la de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán”, expresó el juez, reflejando la gravedad de los crímenes cometidos por García Luna.
La caída del “Superpolicía” no solo marca un hito en la lucha contra la corrupción y el narcotráfico, sino que también genera preguntas sobre la responsabilidad de los gobiernos anteriores en el combate al crimen organizado. ¿Cómo pudo un funcionario de tan alto rango mantener una doble vida durante tanto tiempo sin ser detectado? Esta sentencia es un recordatorio de que nadie está por encima de la ley, ni siquiera aquellos que juraron protegerla.
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