Además, otras partes del sistema inmunitario pueden recordar y destruir el virus durante muchos meses, incluso años, según al menos cuatro estudios publicados en revistas médicas de primer nivel en el último mes.
La investigación reveló que las células inmunitarias especializadas llamadas células T, producidas después de la inmunización con cuatro marcas de vacunas contra la COVID-19 —Pfizer-BioNTech, Moderna, Johnson & Johnson y Novavax— son aproximadamente un 80 por ciento igual de poderosas contra la ómicron que contra otras variantes. Dado cuán diferentes son las mutaciones de ómicron con respecto a las variantes anteriores, es muy probable que las células T realicen un ataque igual de fuerte contra cualquier variante futura, afirmaron los investigadores.
Esto coincide con lo que los científicos han descubierto con respecto al coronavirus SRAG, que ocasionó el fallecimiento de unas 800 personas en Asia durante una epidemia detectada en 2003. En las personas expuestas a ese virus, las células T han durado más de 17 años. Hasta ahora, la evidencia indica que las células inmunitarias del nuevo coronavirus —a veces llamadas células de memoria— también podrían disminuir muy lentamente, dijeron los expertos.
“Las respuestas de las células de memoria pueden durar años”, dijo Wendy Burgers, inmunóloga de la Universidad de Ciudad del Cabo, quien dirigió uno de los estudios publicado en la revista Nature. “Potencialmente, la respuesta de las células T es bastante duradera”.
A lo largo de la pandemia, una cantidad desproporcionada de las investigaciones se ha centrado en los anticuerpos, la primera línea de defensa del organismo contra un virus. En parte, eso se debe a que estas moléculas son relativamente sencillas de estudiar. Se pueden medir a partir de una gota de sangre.
El análisis de las células inmunitarias, por el contrario, requiere mililitros de sangre, habilidad, equipo especializado y mucho tiempo. “Es mucho más lento y laborioso”, dijo Burgers.
Pocos laboratorios tienen los medios para estudiar estas células, y sus hallazgos van semanas por detrás de los de los anticuerpos. Según los expertos, eso podría explicar que, con frecuencia, los científicos pasen por alto la importancia de otras partes del sistema inmunitario.