El virus que produce el Covid-19 seguirá mutando, ya que esa es la naturaleza de todos los virus y por ende es algo que no debe sorprendernos. Las nuevas mutaciones que persistan son las que hagan al virus más apto, eso implica generalmente un virus más transmisible o contagioso, pero no necesariamente un virus más letal.
Partamos por lo básico, ¿qué es un virus?
Un virus es un microorganismo con una estructura muy sencilla y que sólo es capaz de multiplicarse en el interior de una célula (humana, animal, vegetal o incluso bacterias). Cada virus “parasita” una célula específica. Un virus que infecta a los tomates no puede infectar a un gato, el virus del distemper del perro regalón, no puede infectar a su dueño. Cada cierto tiempo ocurre que los virus de dos animales se combinan y se crea un virus nuevo que puede saltar de un animal al Hombre. Eso ocurrió con el SARS-CoV-2. En diciembre de 2019 en la ciudad de Wuhan, China. Así comienza esta historia, que 18 meses más tarde nos tiene con 183 millones de personas diagnosticadas con COVID-19 y a punto de llegar a los 4 millones de muertos en todo el mundo.
Al principio había un virus, ¿por qué ahora nos preocupan varios? Escuchamos muchos virus con nombres de letras griegas. En realidad, es el mismo virus. Los virus mutan, lo hace el SARS-CoV-2 y lo hacen todos los virus. ¿Qué es una mutación? Es un error que comete el virus al replicarse (multiplicarse), un pequeño cambio en su estructura.
Hay virus que mutan con mucha facilidad, como el VIH o el virus influenza. El virus que produce el Covid no muta mucho, pero de todos modos genera nuevas variantes. Estas variantes tienen diferencias en su estructura, diferencias relativamente pequeñas, por eso se habla de un virus que posee diferentes “versiones”. Para no estigmatizar el lugar donde se pesquisan las variantes por primera vez, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha decidido llamarlos con nombres de letras griegas. A la fecha, la OMS reconoce cuatro variantes de preocupación (alfa, beta, gamma y delta) y siete variantes de interés. (epsilon, zeta, eta, theta, iota, kappa y lambda). Las primeras cuatro, son las que se escuchan más porque se ha demostrado que son más contagiosas o producen una enfermedad más severa o podrían evadir el efecto protector de las vacunas. En el segundo grupo, las variantes de interés se han descrito en brotes o con un aumento de la transmisión y están en constante evaluación por si requieren ingresar al grupo de las variantes de preocupación.
A la fecha, la OMS reconoce cuatro variantes de preocupación (alfa, beta, gamma y delta) y siete variantes de interés. (epsilon, zeta, eta, theta, iota, kappa y lambda).
¿Por qué nos preocupa la variante Delta?
De esta variante sabemos, hasta ahora, que es la que más rápido se transmite de todas las variantes descritas. Se ha reportado que el número de hospitalizaciones aumenta en quienes se contagian con esta variante y sabemos también que disminuye la cantidad de anticuerpos neutralizantes que se producen en personas vacunadas. Estos anticuerpos son los que participan en la defensa contra los microorganismos, los neutralizan (bloquean) y hacen que la infección no pueda progresar. Este tipo de anticuerpos son los que se busca producir con las vacunas, ya que se unen específicamente a las estructuras que están en la superficie del virus (antígenos) evitando que este interactúe con las células que pretende infectar. Así el sistema inmunológico elimina a la partícula viral antes de que siga progresando la infección.
De esta variante sabemos, hasta ahora, que es la que más rápido se transmite de todas las variantes descritas. Se ha reportado que el número de hospitalizaciones aumenta en quienes se contagian con esta variante y sabemos también que disminuye la cantidad de anticuerpos neutralizantes que se producen en personas vacunadas.
Rol de las vacunas
Las vacunas, sin importar cuál de ellas actúan “entrenando” al sistema inmunológico. Son una especie de impostoras que le hacen creer al sistema inmune que hay una infección por un microorganismo nuevo y desconocido, así es como nuestro sistema de defensas aprende a reconocer nuevas enfermedades. Las vacunas le presentan al sistema inmune una parte del virus o el virus completo inactivado (sin la capacidad de generar enfermedad – vacuna CoronaVac) o la información necesaria para que se sintetice una parte del virus, ya sea dentro de un envoltorio lipídico (vacuna Pfizer) o transportado por otros virus inofensivos (vacunas AstraZeneca y Cansino).
Es así como el organismo responde creando anticuerpos, los que quedan en la memoria inmunológica. Si en el futuro, la persona vacunada se contagia con el virus, rápidamente se activa el sistema inmune, enviando estos anticuerpos previamente formados a neutralizar la infección y detenerla antes de que prolifere.
El problema ocurre cuando hay mutaciones en las porciones del virus que usamos para entrenar al sistema inmunológico con las vacunas, ya que, si los cambios son muchos, nuestro sistema inmune no será capaz de reconocer al virus y no logrará evitar la propagación de la infección.
Hasta ahora sabemos que las vacunas de los laboratorios Pfizer y AstraZeneca protegen contra la variante delta. Al tratarse de la última variante de preocupación descrita, hay todavía estudios en curso, que nos entregarán información de su transmisión, diferencias en sus manifestaciones clínicas, gravedad, letalidad y eficacia de las demás vacunas.
El problema ocurre cuando hay mutaciones en las porciones del virus que usamos para entrenar al sistema inmunológico con las vacunas, ya que, si los cambios son muchos, nuestro sistema inmune no será capaz de reconocer al virus y no logrará evitar la propagación de la infección.
¿Qué es importante de tener claro entonces?
El virus que produce el Covid-19 seguirá mutando, ya que esa es la naturaleza de todos los virus y por ende es algo que no debe sorprendernos. Las nuevas mutaciones que persistan son las que hagan al virus más apto, eso implica generalmente un virus más transmisible o contagioso, pero no necesariamente un virus más letal. Las vacunas contra el SARS-CoV-2, al igual como ocurre con las vacunas para otros virus (como Influenza) deberán ir incorporando en su formulación las características de las nuevas variantes, si es que llega a ocurrir una mutación mayor que haga que el sistema inmunológico deje de reconocer al virus pese a estar la persona vacunada. Todo esto es algo que los científicos están al tanto y que saben cómo enfrentar.
Como siempre, debemos confiar en la ciencia. Debemos continuar cuidándonos, con medidas sencillas pero muy eficaces, las que bien realizadas, junto con las vacunas, nos mantendrán a salvo o con una enfermedad leve y sobrellevable.
Por ahora, aún es tiempo de seguir usando correctamente una buena mascarilla, lavarnos las manos (ojalá este sea un hábito que conservemos para el futuro), evitar las aglomeraciones y ventilar.
Como siempre, debemos confiar en la ciencia.
La ciencia está haciendo su parte, nosotros tenemos que hacer la nuestra.
*Claudia Cortés Moncada es infectóloga y académica de la Universidad de Chile.