El expresidente Donald Trump demandó este miércoles a Facebook, Twitter y Google de Alphabet, y a sus directores ejecutivos, aumentando las apuestas en su batalla contra los gigantes de las redes sociales que lo han bloqueado.
Argumentando que la medida es un esfuerzo para defender los derechos de la Primera Enmienda, Trump presentó tres demandas colectivas separadas en un tribunal federal de Florida contra los gigantes tecnológicos y Mark Zuckerberg de Facebook; Jack Dorsey de Twitter, y Sundar Pichai de Google.
Las demandas buscan órdenes judiciales para restaurar sus cuentas de redes sociales, junto con daños punitivos, para garantizar que los gigantes tecnológicos no puedan multar o vetar a otros usuarios.
El equipo legal está dirigido por John P. Coale, un abogado litigante involucrado en juicios contra grandes compañías tabacaleras.
“Vamos a responsabilizar a las grandes tecnologías”, dijo Trump durante la conferencia de prensa en su Trump National Golf Club Bedminster en Nueva Jersey. “Si me lo pueden hacer a mí, se lo pueden hacer a cualquiera”.
Twitter vetó permanentemente a Trump en enero por su papel en avivar a una turba que atacó el Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero en un motín mortal para detener el recuento de votos del Colegio Electoral.
Por otra parte, Facebook dijo el mes pasado que Trump permanecería suspendido de sus redes durante al menos dos años, con la posibilidad de ser reinstalado en 2023 si el riesgo para la seguridad pública ha disminuido.
YouTube, el servicio de video gigante de Google, también congeló la cuenta de Trump luego de los disturbios del 6 de enero. Los videos del expresidente aún son accesibles, pero no se le permite publicar videos nuevos. Susan Wojcicki, directora ejecutiva de YouTube, ha dicho que la empresa revertirá su política cuando decida que “el riesgo de violencia ha disminuido”, sin proporcionar detalles.
Facebook, Google y Twitter se negaron a comentar sobre las demandas, que fueron criticadas por grupos de defensa. NetChoice, cuyos miembros incluyen a Amazon y otras empresas de tecnología, opinó que la acción muestra un “malentendido deliberado de la Primera Enmienda” y no tiene mérito.
“El presidente Trump no tiene ningún caso”, dijo el director ejecutivo de NetChoice, Steve DelBianco, en un comunicado. “La Primera Enmienda está diseñada para proteger a los medios de comunicación del presidente, no al revés”.
La Asociación de la Industria de la Computación y las Comunicaciones, cuyos miembros incluyen a Facebook, Twitter y Google, aseguró en un comunicado que los servicios digitales tienen derecho a hacer cumplir sus términos de servicio y que “los litigios colectivos frívolos no cambiarán el hecho de que los usuarios, incluso los presidentes de Estados Unidos, tienen que cumplir con las reglas que acordaron”.
Trump y el Comité Nacional Republicano comenzaron a lanzar solicitudes de recaudación de fondos casi de inmediato, incluida una en busca de donaciones “para mostrar su apoyo a la demanda del presidente Trump contra las grandes tecnologías”.
Trump busca revocar una ley federal que protege a las empresas de internet de la responsabilidad por el contenido publicado por los usuarios. La sección 230 de la Ley de Decencia en las Comunicaciones de 1996 protege a las plataformas de redes sociales de las demandas que las acusan de eliminar publicaciones o cuentas de manera injusta, entre otros desafíos legales. La Primera Enmienda prohíbe al Gobierno obligar a las empresas de tecnología a dejar o eliminar determinadas categorías de publicaciones.
Las empresas son privadas y, por lo tanto, no están sujetas a los reclamos de la Primera Enmienda de los usuarios y tienen protecciones de responsabilidad en virtud de la Sección 230, pero en sus demandas, Trump argumenta que los gigantes tecnológicos trabajaron con el Gobierno para censurar a los estadounidenses y, por lo tanto, son “actores estatales” que pueden ser demandado.
El ‘destierro’ de Trump de las redes sociales reavivó los llamados republicanos para revocar el escudo legal, argumentando que ha permitido que plataformas de redes sociales como Facebook y Twitter censuren los puntos de vista conservadores.