Elon Musk, el magnate detrás de Tesla y SpaceX, se ha convertido en un tema de creciente preocupación para la seguridad nacional de Estados Unidos. Según informes, las estrechas conexiones de Musk con líderes chinos y rusos han despertado alarmas en Washington.
Vivek Ramaswamy, quien dirigirá el Departamento de Eficiencia Gubernamental junto a Musk, llegó a afirmar públicamente que Musk “saltaría como un mono de circo cuando Xi Jinping lo llame en su hora de necesidad”. Aunque Ramaswamy se ha retractado desde entonces, sus preocupaciones parecen estar bien fundamentadas.
Investigaciones federales revelan que SpaceX, la empresa de cohetes de Musk, está siendo revisada por posibles violaciones a las normas de seguridad nacional. Además, los negocios de Musk en China, que incluyen un préstamo de $1,400 millones para su gigafábrica en Shanghái, podrían exponerlo a presiones del Partido Comunista Chino para obtener información confidencial.
“China no suele regalar cosas”, advierte un experto. “Las leyes del país estipulan que el Partido Comunista puede exigir información a cualquier empresa que haga negocios en China, a cambio de su participación en los mercados del país”.
Esto significa que los vínculos de Musk con China podrían poner en riesgo la seguridad de los programas espaciales estadounidenses, en los que SpaceX tiene un papel predominante. Además, Musk ha sido acusado de complacer al Partido Comunista Chino, elogiando a Xi Jinping y defendiendo la posición de China sobre Taiwán.
Con Musk siendo uno de los principales asesores del presidente electo Donald Trump, el nuevo gobierno tendrá que evaluar cuidadosamente estos riesgos y tomar medidas para proteger la seguridad nacional. De lo contrario, las conexiones de Musk con China y Rusia podrían convertirse en una amenaza cada vez más grave para Estados Unidos.
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