Sinaloa, el bastión del narcotráfico mexicano, se ha convertido en un campo de batalla sangriento. En los últimos días, al menos 53 personas han perdido la vida en enfrentamientos entre grupos criminales, una ola de violencia que ha sacudido al estado y al país entero.
La presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, ha defendido la estrategia de “no confrontación” del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, argumentando que una respuesta violenta solo desataría más violencia. Sin embargo, el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, asegura que las fuerzas de seguridad están a cargo de la situación.
Pero el presidente López Obrador ha lanzado una acusación sorprendente: según él, el Departamento de Justicia de Estados Unidos habría estado negociando con uno de los grupos del crimen organizado en Sinaloa, lo que habría desencadenado la actual ola de violencia. Una afirmación que requiere una explicación urgente.
¿Qué está sucediendo realmente en Sinaloa? ¿Cómo se puede poner fin a esta espiral de sangre y terror? Mientras las autoridades se debaten entre la confrontación y la negociación, los ciudadanos de Sinaloa viven con miedo y angustia, atrapados en una guerra que parece no tener fin.
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