Mientras las dudas sobre el desconfinamiento aumentan ante una pandemia que no da tregua, Suecia ha rechazado poner en cuarentena a su población al considerar que las medidas drásticas no son eficaces.
El país, que superó oficialmente los 3.000 muertos por coronavirus (COVID-19), emprendió un modelo donde las universidades están cerradas, pero no las fronteras ni los centros educativos para niños ni los restaurantes (se admiten personas a no menos de dos metros de distancia), mucho menos los centros recreativos (peluquerías, cines, teatros, gimnasios, parques).
De Italia a Inglaterra, pasando por Estados Unidos, Francia o España, la mayoría de países optaron por el encierro para evitar la propagación del coronavirus.
Pero no en Suecia, donde las restricciones han sido muy leves. En un país de 10,3 millones de habitantes, el gobierno apela a la responsabilidad de los ciudadanos para que las recomendaciones sanitarias sean aplicadas.
La Agencia de Salud Pública de Suecia ya había revelado hace unos días que la tasa de reproducción de COVID-19 se ha estabilizado por debajo de 1,0, lo que indica que se está controlando la pandemia.