La economía estadounidense ha dado una sorpresa a inicios de la segunda mitad del año, con un crecimiento del PIB que se ha moderado ligeramente, pero aún muestra signos de solidez. Según la primera revisión de la Oficina de Análisis Económico (BEA), el PIB creció un 2.8% a tasa trimestral anualizada durante julio-septiembre, por debajo del 3.0% previsto por el mercado y del periodo anterior.
Este aumento del PIB se debió principalmente a incrementos en el gasto de consumo, las exportaciones y el gasto del gobierno federal. El gasto de los consumidores reflejó aumentos tanto en bienes como en servicios, con los medicamentos recetados y los vehículos de motor como principales contribuyentes.
Sin embargo, la moderación del crecimiento se explica por una desaceleración de la inversión privada y una mayor contracción de la inversión fija residencial. Según Pantheon Macroeconomics, el pequeño descenso del PIB probablemente se deba a un lastre ligeramente mayor de lo esperado de los volátiles componentes del comercio neto y de los inventarios.
A pesar de esta ligera desaceleración, los expertos coinciden en que la economía estadounidense aún muestra signos de fortaleza y que es probable que la Reserva Federal actúe con más fuerza en los próximos meses para mantener la estabilidad.
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