En un acto de violencia que ha conmocionado a México, el sacerdote indígena y defensor de los derechos humanos, Marcelo Pérez, fue brutalmente asesinado a balazos tras oficiar una misa en el Barrio de Cuxtitali de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.
El padre Marcelo, conocido por su incansable lucha en defensa de los pueblos originarios, había recibido amenazas y contaba con medidas de protección de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Sin embargo, sus llamados a la justicia y la seguridad no fueron escuchados, y ahora su vida ha sido segada de manera trágica.
“Este crimen es absolutamente inaceptable y debe ser investigado de manera exhaustiva”, demandó la oficina en México del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos. La diócesis de San Cristóbal de las Casas exigió paz y justicia, mientras que el obispo Rodrigo Aguilar Martínez urgió al Gobierno a establecer la paz en la región.
Cientos de personas se congregaron para despedir al padre Marcelo, caminando detrás de su féretro y gritando “¡Justicia!” durante todo el recorrido. Sus restos fueron trasladados a San Andrés Larráinzar, la tierra de sus ancestros, donde fue sepultado.
La tragedia del padre Marcelo es un recordatorio doloroso de los peligros que enfrentan los defensores de derechos humanos en México. Mientras las autoridades investigan este crimen, es crucial que se garantice la seguridad de quienes luchan por la justicia y la igualdad en todo el país.
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