México parece ver la luz al final del túnel de la pandemia. Los contagios y muertes van a la baja desde hace varios meses. No llegó el temido pico de Semana Santa. La vacunación avanza para cubrir a las personas entre los 40 y 49 años. El presidente anunció el regreso a clases presenciales y la gente volvió a los estadios de fútbol, los cines y los restaurantes. Pero en Quintana Roo, la joya turística del Caribe mexicano, la historia es completamente distinta y casi todos los indicadores van en la dirección contraria: los casos de covid-19 suben, los establecimientos afrontan nuevas restricciones y el Gobierno local lanza nuevas limitaciones a la movilidad. Cuando el resto del país se relaja, el Estado del sureste solo tiene una cosa en mente: evitar a toda costa el semáforo rojo, el estado de alerta máxima de riesgo sanitario y que puede volver a cerrar la puerta al turismo, la principal fuente de ingresos de la entidad.
De los 32 Estados del país, 16 están en semáforo verde, 15 en amarillo y Quintana Roo es el único en naranja. Las autoridades sanitarias federales han reconocido que el Caribe lleva cinco semanas en ascenso de contagios concentrados, sobre todo, en Cancún. En las últimas semanas registra un promedio de 140 casos diarios, la cifra más alta desde diciembre, con la amenaza de entrar a una tercera ola. Los Estados vecinos de Campeche y Yucatán también han visto indicios de rebrote en ese lapso, al igual que Colima, en el Pacífico, y Baja California Sur, que tiene destinos como Los Cabos. Aunque no es la única entidad en alerta, sí es la que ha tomado acciones más decisivas. “Hemos estado registrando un incremento en el número de casos positivos y los estamos asociando al movimiento poblacional, entre tantos otros factores asociados a la covid”, señala Alejandra Aguirre, la secretaria de Salud estatal, que alerta también de un aumento en las hospitalizaciones.
“Esto es serio y el futuro inmediato de los quintanarroenses depende de estas medidas”, dijo el gobernador, Carlos Joaquín, que lanzó esta semana un decálogo para “evitar el rojo”. Se ha ordenado el cierre de calles y avenidas principales para disminuir la movilidad y se ha limitado la circulación de vehículos y personas entre las doce de la noche y las cinco de la mañana. Los negocios cerrarán a más tardar a las once de la noche, con más inspecciones y sanciones contra los establecimientos que no cumplan. Se aplicarán más pruebas de covid en las zonas de mayor concentración de gente, se intensificará el rastreo de casos y se ampliará la vacunación a trabajadores del sector turístico. Hasta este miércoles, el Estado ha aplicado más de 342.000 dosis entre una población de 1,8 millones. Entre otras disposiciones, también se ha pedido no celebrar reuniones sociales y que los candidatos eviten aglomeraciones en actos de campaña para las elecciones del próximo 6 de junio.
Ruy López Ridaura, director del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades, dijo esta semana que el común denominador entre los estados con casos en ascenso es el regreso de la actividad turística. Aguirre no es tan tajante y señala, en cambio, que el turismo es solo uno de los factores. “El turismo implica mayor movilidad tanto de la población local como de los visitantes nacionales e internacionales”, agrega, aunque matiza: “no se puede detener la reactivación económica que tenemos hoy”.
“Tampoco queremos entrar en una situación epidemiológica comprometida”, explica Aguirre. Quintana Roo, que supera los 27.000 contagios y acumula casi 2.800 muertes, busca desde hace meses un equilibrio muy delgado. El turismo es la base de la economía y, al mismo tiempo, una de las mayores vulnerabilidades frente a la emergencia sanitaria. México es de los pocos países en el continente que no pide una prueba anticovid negativa para entrar al país y esa flexibilidad ha atraído a miles de extranjeros que huyen del confinamiento y las restricciones que les imponen en casa.
La postura mexicana divide opiniones entre los expertos. Jorge Baruch Ramírez, director de la Clínica del Viajero de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señalaba en marzo pasado que la decisión de aislarse no es garantía de que haya menos contagios y la opción de no hacerlo responde al contexto económico y social del Caribe mexicano. Los especialistas que siguen el desarrollo de las variantes del virus, como Ravi Gupta de la Universidad de Cambridge, ven como un punto clave el control de fronteras para el manejo de la emergencia.
Para Aguirre no se trata de un tema de cuánta gente viene, sino de cómo se comportan. “La conducta social ha marcado el camino de esta epidemia”, afirma la funcionaria. Aunque hay una apuesta importante por reducir la movilidad, el uso de cubrebocas, el aislamiento voluntario y el lavado recurrente de manos son la base para salir del bache actual, desde la perspectiva del Gobierno estatal, que ha calificado los próximos días como “cruciales”.
Alfonso Vallejo, epidemiólogo de la UNAM, concuerda en que la llegada de visitantes extranjeros no se traduce automáticamente en un aumento de casos. Mismo caso con las campañas políticas. “Con todas las medidas que se han tomado, el turismo por sí mismo no es el problema, sino las aglomeraciones y la ausencia de medidas preventivas”, dice el académico. Aunque la enfermedad es relativamente nueva y no hay certezas sobre su incidencia estacional o temporal, su hipótesis es que puede comportarse de forma similar a la influenza en la península de Yucatán, que suele reflejarse en más casos durante los meses de calor y no durante el invierno.
En todo caso, señala Vallejo, las acciones que se toman ahora no pueden desvanecer los contagios, pero sí postergarlos. “Estamos hablando de un virus altamente infectante, que se transmite vía aérea de persona a persona, y tarde o temprano los casos van a llegar”, explica. “Se trata de alargar el tiempo en que se presenten los contagios y evitar que se produzca un pico y llegar a una meseta”, añade. Mientras Quintana Roo retoma conceptos como sana distancia, confinamiento y restricción a la movilidad, que en otras partes del país aluden al escenario de hace unos meses, la solución de fondo sigue siendo común para el resto del país. “La forma más efectiva para detener la pandemia es la vacunación”, sentencia el académico.
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