En un giro dramático de los acontecimientos, Israel lanzó una oleada de bombardeos a gran escala en la Franja de Gaza, rompiendo el frágil alto el fuego que había estado vigente desde enero. El ataque, que tuvo lugar durante el sagrado mes musulmán del Ramadán, cobró la vida de al menos 404 palestinos, incluyendo mujeres y niños, según informaron las autoridades hospitalarias.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ordenó los ataques después de que Hamás rechazara las demandas israelíes de modificar los términos del acuerdo de alto el fuego. Funcionarios israelíes afirmaron que la operación era indefinida y que se expandiría aún más.
“Israel actuará, a partir de ahora, contra Hamás con una fuerza militar creciente”, declaró la oficina de Netanyahu, en un intento por justificar los devastadores bombardeos.
La Casa Blanca respaldó las acciones de Israel, culpando a Hamás por la reanudación de los ataques. Sin embargo, un alto funcionario de Hamás acusó a Netanyahu de lanzar los ataques para intentar salvar su coalición de gobierno de ultraderecha.
Las conversaciones sobre la segunda fase del alto el fuego, que buscaban liberar a los 59 cautivos restantes y poner fin a la guerra, se habían estancado. Ahora, el futuro de estos rehenes y la posibilidad de una tregua duradera parecen más inciertos que nunca.
Gaza, que ya se encontraba en una crisis humanitaria, se enfrenta a un nuevo capítulo de devastación y sufrimiento. Mientras tanto, el gobierno israelí enfrenta crecientes críticas por su manejo de la situación y su decisión de reanudar los ataques.
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