Luces y sombras sobre la ‘app’ de rastreo de contagios de Google y Apple

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Al mismo tiempo que el Gobierno anunciaba que gran parte del territorio de Canarias avanzaría a la fase 1 sin pasar por el primer escalón del plan de desescalada, Apple y Google revelaban que su sistema de alertas de posibles contagios para Android e IOS ya estaba listo para usar por los diferentes Gobiernos, siendo precisamente Canarias el lugar donde se desplegarán las pruebas de la aplicación en España.

En primer lugar, cabe aclarar que no se trata de una ‘app’ como tal, sino de una interfaz de programación de aplicaciones o API (por sus siglas en inglés, Application Programming Interface); es decir, un conjunto de definiciones y protocolos que se utiliza por los desarrolladores para integrar el software de las aplicaciones. Las API simplifican en gran medida el trabajo de los programadores, puesto que ya no tienen que ‘escribir’ códigos desde cero.

En segundo lugar, este sistema no utiliza la geolocalización del móvil, sino el Bluetooth. Esta tecnología, además de ser menos invasiva con nuestra privacidad, cuenta con la ventaja de ser más efectiva en interiores, permitiendo detectar cuándo estamos en contacto con otras personas el suficiente tiempo y lo suficientemente cerca para saber si hemos estado expuestos al virus.

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Seguimiento de la ubicación de las personas y el brote de coronavirus: multitud de personas que mantienen una distancia segura y se encuentran ubicadas por una aplicación de seguimiento. Imagen: Getty. Más

Por último, hay que recordar que Google y Apple han impuesto un modelo ‘descentralizado’, en el cual la información no se almacena en un servidor central, sino que se codifica y se guarda encriptada en los móviles de los usuarios. Por una parte, esto supone un inconveniente, porque impide que los Gobiernos utilicen los datos recopilados para construir modelos epidemiológicos o mapas de calor para la gestión de la desescalada o para futuras pandemias; por otra parte, el hecho de que la información se encuentre de forma dispersa le da al sistema un plus de seguridad, puesto que es mucho más complicado hackear los dispositivos uno a uno que ‘hacerse’ con una base de datos única.

Apple y Google han establecido ciertas condiciones de uso

Este sistema no es sustitutivo de los rastreadores, que van a seguir siendo imprescindibles, pero sí un complemento clave para llevar a cabo una desescalada lo más segura posible. Por ejemplo, si una persona asintomática saliera de casa para quedar con su pareja y en el viaje interactuase con otras personas o se metiese en un vagón de metro o en un autobús abarrotado, la aplicación podría avisar a los usuarios que se cruzaron con el sujeto en cuestión en caso de que diese positivo por coronavirus días después. Los sistemas de rastreo manual permitirían encontrar a la pareja, pero no identificar a todos aquellos con los que estuvo en contacto en el trayecto.

A día de hoy, son cerca de 22 países los que han solicitado el acceso a la API y han recibido el visto bueno para trabajar con ella. Como se trata un sistema universal, existe la posibilidad de diseñar ‘apps’ interoperables, es decir, si el usuario viaja al extranjero, podría recibir el aviso de una posible exposición, aunque la ‘app’ de su país de origen sea diferente. La API permitirá a los gobiernos algo de autonomía a la hora de fijar ciertos parámetros, como definir lo que constituye una exposición o determinar el número de veces que ha estado expuesta.

No obstante, las dos compañías han impuesto condiciones a su utilización. Se trata de un servicio “por o para una autoridad de salud pública del gobierno” y solo puede ser utilizado para hacer frente a la pandemia por COVID-19. Su instalación es voluntaria y, en todo momento, se requerirá el consentimiento explícito del usuario, que podrá activar o desactivar el sistema de alertas mediante el menú de ajustes. Además, las claves asociadas a cada teléfono se generarán aleatoriamente, para impedir que los hackers adivinen la secuencia de generación y utilice esa información para rastrear a un usuario a partir de su dispositivo móvil.

Aun así, no será fácil que la población se adhiera masivamente a estas herramientas. El recelo de unos y la falta de pericia o rechazo a profundizar en el uso de la tecnología de otros van a ser un serio handicap para esta loable e ingeniosa iniciativa.

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