En todo el mundo hay una docena de proyectos de vacuna en las primeras etapas de las pruebas clínicas o a punto de iniciarlas (Reuters)
Solo la mitad de los estadounidenses estarían dispuestos a inocularse contra la COVID-19 si los científicos que trabajan contrarreloj para crear una vacuna pudieran obtenerla, según reflejan los resultados de una encuesta publicada este miércoles.
No obstante, el estudio indicó que algunas personas podrían cambiar de opinión: el 31% simplemente no estaba seguro si aceptaría recibir la vacuna. Pero uno de cada cinco encuestados dijo que se negaría tajantemente.
Entre los estadounidenses que rechazarían la vacuna, siete de cada 10 temen por su seguridad y los efectos secundarios. Esas respuestas están vinculadas al creciente movimiento antivacunas, rechazado por los científicos por la falta de evidencias contra las fórmulas investigadas y aprobadas por las autoridades, con resultados tangibles.
Un farmacéutico aplica una inyección a una voluntaria en el ensayo clínico de la primera etapa del estudio de seguridad de una posible vacuna contra COVID-19 en el Kaiser Permanente Washington Health Research Institute en Seattle (AP)
El director de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), el doctor Francis Collins, buscó contrarrestar a los escépticos y afirmó que probar la seguridad de las vacunas está al tope de sus prioridades.
“No quiero que la gente piense que estamos cortando camino porque sería un gran error. Estamos haciendo grandes esfuerzos para lograr eficiencia, pero no a costa del rigor”, dijo Collins a la AP días atrás.
“Sin duda, lo peor que podría suceder es apresurarnos a utilizar una vacuna que después resulta que provoca efectos secundarios graves”, insistió.
Entre los que desean la vacuna, la encuesta realizada por de The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research halló que las razones principales son la protección para sí, sus familias y la gente en general. Y siete de cada 10 persona que se encuentran en este grupo sostienen que la vida no regresará a la normalidad sin una vacuna.
El nuevo coronavirus es más peligroso para los adultos mayores y las personas de cualquier edad que padecen enfermedades crónicas tales como la diabetes o problemas cardíacos. Según la encuesta, el 67% de los mayores de 60 años dicen que recibirían la vacuna, comparado con el 40% de los menores de esa edad.
Las tasas de mortalidad indican que los estadounidenses negros e hispanos son más vulnerables a enfermarse de COVID-19 debido al acceso menor a la atención médica y otros factores. Sin embargo, el 25% de los afroestadounidenses y el 37% de los hispanos afirmaron que recibirían la vacuna, comparado con el 56% de los blancos.
Los especialistas en salud pública temen una reacción adversa si no se cumplen las promesas como la del presidente Donald Trump de tener 300 millones de dosis para enero.
“Siempre lo mejor es prometer de menos y cumplir de más”, dijo el doctor William Schaffner, especialista en enfermedades infecciosas del Centro Médico de la Universidad Vanderbilt. “El miedo a lo imprevisto es muy grande, y por eso creo que para cualquiera de estas vacunas necesitaremos una base de datos de seguridad muy grande para dar tranquilidad a la gente”.
Al miércoles 27 de mayo, los casos de COVID-19 confirmados suman 5,5 millones de personas en el mundo, y las muertes superan las 340.000. En Estados Unidos la cifra de muertes ya se acerca a 100.000 -la más alta a nivel global- de acuerdo con un recuento de la Universidad Johns Hopkins. Los especialistas creen que las cifras verdaderas son mucho más altas.
Y si bien la mayoría de los enfermos se recuperan, los médicos siguen descubriendo que el coronavirus suele provocar mucho más que una simple neumonía. También puede causar coágulos sanguíneos y trastornos renales y cardíacos. Más recientemente se descubrió una reacción inflamatoria similar a la enfermedad de Kawasaki, la cual ha causado la muerte de niños.
Cualesquiera que sean las cifras finales de mortalidad, los especialistas coinciden que el nuevo coronavirus parece ser más mortífero que el resfriado común. Sin embargo, la encuesta indica que la vacuna no sería más aceptada que la ya conocida para la influenza.
En todo el mundo hay una docena de proyectos de vacuna en las primeras etapas de las pruebas clínicas o a punto de iniciarlas. En Gran Bretaña, una vacuna creada en la Universidad de Oxford ya comenzó su segunda fase de tratamiento en humanos y se dispone a realizar pruebas con 10.000 personas.
(Con información de AP)