En un refugio para personas sin hogar en Delhi, India, la tuberculosis se ha convertido en una epidemia silenciosa. Allí, conocí a un niño cuya historia revela los desafíos que enfrentan los más vulnerables en la lucha contra esta enfermedad mortal.
A los 6 años, el niño y su hermana mayor se enfermaron de tuberculosis. Pero el diagnóstico tardío y un tratamiento insuficiente cobraron un precio demasiado alto: su hermana falleció, mientras que él logró sobrevivir después de dos años de lucha.
Esta trágica historia es un reflejo de la realidad que enfrentan millones en los países de bajos ingresos. Aunque la humanidad cuenta con las herramientas para diagnosticar, tratar y prevenir la tuberculosis, esta sigue siendo la enfermedad infecciosa más letal del mundo, cobrando más de un millón de vidas al año.
Sin embargo, hay esperanza. Nuevos avances en detección, prevención y tratamiento ofrecen la posibilidad de un progreso drástico, si logramos aprovecharlos. Pero el éxito depende de que todos, desde los gobiernos hasta las comunidades, trabajemos juntos para erradicar esta enfermedad.
Historias como la de este niño nos recuerdan que la tuberculosis no es solo un problema de salud, sino también una cuestión de justicia social. Debemos actuar ahora para garantizar que nadie más tenga que enfrentar esta lucha desigual contra el tiempo y la pobreza.
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