Mientras el presidente afirma que el sistema de salud pública en México es “mejor que en Dinamarca”, los datos oficiales pintan un panorama muy diferente. Un análisis exhaustivo del sexto Informe Presidencial revela una realidad inquietante: en los últimos años, el acceso a servicios médicos y la atención a la salud de la población han sufrido un grave deterioro.
Las cifras son contundentes: aumentos alarmantes en casos de diabetes e hipertensión, caídas drásticas en la realización de mastografías y detección de cáncer cervicouterino, y una reducción generalizada en consultas, intervenciones quirúrgicas y egresos hospitalarios. Incluso el IMSS-Bienestar, el sistema de salud pública que el presidente prometió mejorar, ha visto una disminución en la mayoría de sus indicadores clave.
“Mientras el discurso oficial habla de avances, los datos revelan un retroceso preocupante en la salud pública de México”, explica el periodista Ernesto Gómez, experto en temas de salud. “Estos números desmienten por completo las afirmaciones del presidente y muestran que, lejos de acercarnos a Dinamarca, estamos alejándonos cada vez más de una atención médica universal y de calidad”.
La paradoja es evidente: mientras el gobierno asegura haber mejorado el sistema de salud, la realidad plasmada en las cifras oficiales pinta un panorama sombrío. ¿Cómo conciliar estas dos versiones tan dispares? La respuesta parece estar en la necesidad de basar toda deliberación pública en hechos y datos verificables, sin caer en la tentación de la mentira o el autoengaño.
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