La biología evolutiva predijo la aparición de ómicron desde el inicio de la pandemia a principios del 2020. Varios especialistas en este campo que se encarga de estudiar los cambios (e intercambios) de los seres vivos a través del tiempo, afirmaron que el nuevo patógeno no desaparecería, pues sus características, aunque en diferente grado, eran similares a las de otros coronavirus que se han vuelto endémicos. Las variantes parecen confirmar la rápida evolución de un patógeno que se prueba, y nos prueba, de diversas formas, preparando una larga estadía. ¿Estamos listos para seguir a su lado?
En el artículo “Más allá de ómicron: lo que sigue para la evolución viral de COVID”, publicado en la revista Nature, el biólogo evolutivo Jesse Bloom, especialista del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson, señalaba que un coronavirus estacional llamado 229E es uno de los ejemplos que mejor ayuda a entender las pistas que traza el camino del SARS-CoV-2. El doctor Bloom estudia virus y proteínas virales como modelos para estudiar la evolución. Busca entender cómo las mutaciones en los genes virales dan forma a la capacidad de un microrganismo para infectar y propagarse. Sus herramientas: biología computacional y datos del mundo real para construir modelos evolutivos y examinar diferentes escalas de evolución viral, desde la evolución dentro de un solo anfitrión hasta la que se desarrolla a escala global. Al hacerlo, Bloom aborda preguntas que han sido relevantes para desarrollar vacunas contra la influenza estacional más efectivas. Su nuevo reto es determinar cómo las mutaciones de ómicron podrían afectar la inmunidad.
Lo que se sabe hasta ahora es que el genoma de ómicron está más mutado que el de otras variantes del coronavirus, y muchos de estos cambios están en el código de la proteína de pico del virus, la puerta de entrada para que el virus ingrese a las células humanas y el objetivo de reconocimiento de las vacunas actuales. Desde el inicio de la pandemia, el equipo del doctor Bloom vio hacia adelante, estudiando posibles efectos que miles de mutaciones diferentes en esta proteína podrían tener con diferentes niveles de impacto en la capacidad del virus para infectar a los humanos. Estos estudios se han convertido en una importante fuente de información sobre cómo aproximarse y entender a ómicron.
Bloom ha asegurado que ómicron representa un gran salto en la evolución del virus, que tuvo muchos cambios importantes pero a un ritmo muy diferente de lo esperado. Lo que se esperaba que sucediera en cuatro o cinco años, aconteció en unos cuantos meses; sin embargo, la gran cantidad de mutaciones en un virus, incluso la ubicación de esos cambios, no es información suficiente para desenmascarar al incómodo huesped. Bloom ha dicho que tres mutaciones particulares en ómicron podrían dificultar que los anticuerpos neutralicen el virus, pero aún se requieren de más piezas del rompecabezas para entender las implicaciones de una caída en la potencia de los anticuerpos.
Hoy, los estudios de laboratorio se concentran en analizar la capacidad de las proteínas inmunes dirigidas (anticuerpos) para neutralizar a ómicron después de la vacunación. Los resultados sugieren que las personas vacunadas pueden ser más vulnerables a la infección con ómicron que con variantes anteriores, pero los refuerzos parecen brindar la protección adicional necesaria. Las farmacéuticas han comenzado a confirmar estas hipótesis.
Vacunas frente a ómicron
En un comunicado del 8 de diciembre, Pfizer-BioNTech dice que su vacuna de dos dosis contra Covid-19 muestra una capacidad significativamente reducida frente a ómicron, pero “los datos indican que una tercera dosis de BNT162b2 aumenta los títulos de anticuerpos neutralizantes 25 veces en comparación con dos dosis contra la variante ómicron”, lo que bastaría para neutralizarla. De acuerdo con el doctor Bloom para las farmacéuticas también será importante determinar hasta qué punto los mecanismos inmunitarios distintos de los anticuerpos, como las células T, pueden ayudar a prevenir; sin embargo, contemplando la posibilidad de que el virus se propague ampliamente por la caída de títulos de anticuerpos neutralizantes, se tendría que contemplar en avanzar lo más rápido posible en la generación de vacunas adaptadas a las nuevas variantes.
Es importante dejar claro que si un virus cambia y hace que las vacunas sean menos eficaces, eso no significa que éstas ya no funcionen con un grado considerable de efectividad, pero las compañías con productos contra el Covid-19 ya están listas para una probable modificación en sus vacunas en caso de ser necesaria. El proceso de adaptación de la vacuna a una nueva variante no es algo nuevo; en el caso de la gripe estacional es un ejercicio anual obligado. En el caso de las vacunas contra el SARS-CoV-2, la dinámica varía según la tecnología empleada para su diseño.
En el caso de las vacunas basadas en la molécula ARN mensajero (ARNm), como la de Pfizer; o en el caso de las diseñadas con vectores virales, como la de AstraZeneca, el ajuste se podría completar relativamente rápido, pues básicamente consiste en sustituir la secuencia genética presente en la llamada proteína pico o espiga del virus. El proceso sería un poco más lento para las vacunas que utilizan virus inactivos o subunidades de proteína, pues primero se tendría que cultivar el virus o su proteína en un laboratorio y luego purificarlo e inactivarlo. Las farmacéuticas continúan verificando la efectividad de sus productos actuales frente a nuevas variantes. Pfizer ya ha anunciado que en caso de que se necesite aumentar el nivel y duración de la protección contra ómicron se tendría disponible en marzo una vacuna con los ajustes necesarios.
Un virus en constante transformación
Una de las formas en que los científicos buscan predecir los próximos movimientos del virus es buscando pistas en otros patógenos y rastreándolas en dos amplias categorías de cambios en el virus. El artículo de Nature menciona que en una primera clasificación el virus se vuelve más transmisible o infeccioso; mientras que en una segunda, supera la respuesta inmune del huésped. Con esto se pueden visualizar varios escenarios que probablemente conducen a un mismo lugar: una infección endémica.
Adam Kurcharski, especialista británico de enfermedades infecciosas, quien estudia el comportamiento social y la inmunidad como medio de transmisión de enfermedades, señalaba que lo que usualmente hacen las infecciones endémicas es buscar los medios para causar brotes de diferente intensidad y tamaño, no de manera lineal. Así sucede con la influenza y la mayoría de las otras infecciones respiratorias. Este es el camino que parece trazar el SARS-CoV-2 de la mano de sus diferentes variantes. Los especialistas, sin embargo, no dejan de subrayar el riesgo que conlleva la implementación desigual de los planes de vacunación en todo el mundo, pues se convierte en terreno fértil para inesperados saltos evolutivos. El objetivo para 2021 era tener a 40% de la población mundial vacunada, pero el reto no será cumplido.
El Grupo de Asesoramiento Técnico para la Evolución del Virus de la OMS sigue evaluando el efecto de la nueva variante sobre transmisión, gravedad, vacunas, terapéutica y diagnóstico. Hoy hay alrededor de dos mil casos confirmados de ómicron el todo el mundo: 21 países de la comunidad europea, siete del continente americano y el Caribe (incluido México), seis en Asia y más del 40% del total en África (en Sudáfrica se concentra casi la cuarta parte de los casos en el mundo). Todos los casos sobre los que se dispone información fueron asintomáticos o leves; hasta el momento no hay ninguna muerte reportada por esta variante; sin embargo, para los especialistas los datos deben irse desmenuzando con cautela, ya que aún el número de casos confirmados es bajo para comprender las diferencias entre otras variantes de preocupación.
En Europa 76.5% de la población adulta y 65% de la total ha sido vacunada, pero la circulación del virus impulsada por la variante delta sigue moviendo la cuarta ola. En un artículo publicado hace unos días en la revista Science, María Van Kerkhove, especialista en enfermedades infecciosas con experiencia en patógenos de alta amenaza y quien trabaja en el Programa de Emergencias Sanitarias de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se mostraba exasperada porque a pesar de tener a ómicron “ya en la puerta de entrada”, muchos países no han trabajado lo suficiente para controlar los grandes brotes invernales de delta y siguen actuando justo en la dirección contraria: como si la pandemia ya hubiera finalizado. La combinación de esfuerzos de intervenciones farmacéuticas, y no farmacéuticas, para controlar las variantes sigue siendo una prioridad en una temporada festiva que se asocia tradicionalmente con actividades sociales, viajes y otros riesgos que favorecen la transmisión de ese huésped incomodo al que conviene empezar a conocer mejor.
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