Institutos nacionales, la joya de la corona del sistema público de salud

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Ciudad de México. Los institutos nacionales de salud creados durante el siglo pasado, bajo la guía de grandes especialistas en las diferentes áreas clínicas, responden a las necesidades del país en investigación, formación de recursos humanos y atención médica de alta especialidad, principalmente para aquellas personas, que por carecer de un empleo formal, no tienen acceso a la seguridad social.

A lo largo de los años, los institutos, junto con los hospitales federales, se han consolidado como centros nacionales de referencia en sus respectivas especialidades, con resultados sobresalientes, a pesar de históricas restricciones económicas.

Actualmente, tales limitaciones empiezan a quedar atrás para dar paso a un renovado sistema de salud que, de manera progresiva, responda a todas las necesidades de los enfermos en el momento que lo requieran.

En las siguientes páginas presentamos a los lectores de La Jornada, el panorama de cada uno de estos organismos cuyo conjunto es reconocido como la joya de la corona del sistema público de salud.

INSTITUTO NACIONAL DE CANCEROLOGÍA

La gratuidad en la atención

de los pacientes con cáncer es un principio

fundamental de ética médica

Para asegurar la gratuidad de los servicios médicos se necesita de organización, erradicar los conflictos de intereses y la resistencia al cambio. Todo en beneficio de los pacientes, porque “ningún recurso será suficiente” para cubrir sus necesidades y menos cuando se trata de enfermedades como el cáncer, donde las innovaciones en medicamentos de alto costo y procedimientos clínicos son la constante. Esa es la visión de Oscar Arrieta Rodríguez, director del Instituto Nacional de Cancerología (Incan).

Recién llegado al cargo –fue electo el pasado 15 de agosto–, es especialista en tumores de pulmón y en el último año, a petición del Consejo de Salubridad General, se hizo cargo de la elaboración de protocolos de atención de tumores malignos, así como del levantamiento del Registro Nacional de Cáncer. Continúa con ambas tareas y ahora agrega su trabajo al frente del Incan, donde inició con la reorganización de los departamentos, la preconsulta y la investigación para que se enfoque en los temas que son de relevancia en la clínica, en la atención diaria de los pacientes.

También tiene el objetivo de mejorar el sistema de enseñanza a fin de motivar a los médicos residentes a hacer investigación. Todo está orientado a mejorar la calidad de los servicios del instituto.

Mamografía de paciente para evaluar un cáncer de mama. Foto Cristina Rodríguez

INSTITUTO NACIONAL DE CARDIOLOGÍA

Este Instituto ha sido protagonista y testigo

de los avances de la ciencia médica en el

manejo de los problemas que afectan al

corazón

Paciente del Instituto Nacional de Cardiología. Foto ‘La Jornada’

En entrevista, el experto comentó que planea crear un Laboratorio Nacional de Genotipificación. Las pruebas moleculares ayudan a determinar el tratamiento específico que la persona requiere para superar la enfermedad o incrementar de manera sensible la sobrevida.

Actualmente, los centros oncológicos del país, incluido el Incan, dependen de la industria farmacéutica para tener acceso a dichos estudios que identifican las mutaciones genéticas de los tumores, pero cuando las empresas suspenden el programa por falta de presupuesto o porque la patente de su producto venció, las instituciones públicas “nos quedamos sin el biomarcador” y la posibilidad de ofrecer un servicio de calidad.

Resaltó que en la actualidad, lo más importante para el sistema nacional de salud es dar a los enfermos los mejores medicamentos y optimizar los recursos económicos disponibles. Las pruebas moleculares están en los protocolos que se busca estandarizar en el sistema nacional de salud. Arrieta elaboró 66 guías para el manejo de tumores malignos de adultos y 20 pediátricos. Resaltó que las que existían, llevaban 10 años sin actualizarse y contemplaban sólo 45 por ciento de las neoplasias.

Una vez que las instituciones los adopten será posible realizar compras consolidadas de los medicamentos, con las cuales se logran las mejores condiciones para el Estado.

En el Incan, Arrieta inició la reorganización de la preconsulta, a fin de agilzar los procesos y que los pacientes inicien el tratamiento o se realice la cirugía en dos semanas en lugar de seis como era anteriormente.

También se duplicará el número de cirugías en cada quirófano, de dos a cuatro por día y ya se inició la consulta en el turno vespertino, así como sábados y domingos.

Fue posible hacerlo por las 115 plazas nuevas que obtuvo el instituto a través de la Comisión Coordinadora de los Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad (CCINSHAE). Hacen falta más para fortalecer estos turnos y otras áreas como Urgencias y hospitalización.

Explicó que la primera es pequeña y generalmente está saturada, mientras que en el área de internamiento hay camas sin utilizar por la falta de personal.

Arrieta también tiene a su cargo concretar el Registro Nacional de Cáncer y ya se recolecta información en 10 ciudades: La Paz, Tijuana, Guadalajara, Ciudad Obregón, Monterrey, Puebla, Veracruz, Villahermosa, Mérida y León. Además están en elaboración convenios con el Instituto Mexicano del Seguro Social para tener acceso a sus bases de datos.

Es un trabajo que lleva un año y para obtener las cifras, frecuencia y gravedad de los tumores malignos se necesita que el registro funcione, por lo menos, cinco años, indicó.

En las pasadas cinco décadas, el número de personas con enfermedad del corazón aumentó cinco veces, mientras las instalaciones del Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez (INCICh) se han mantenido sin cambios y desde hace por lo menos 10 años, algunas áreas quedaron rebasadas en su capacidad de atención.

La Unidad Coronaria, a donde llegan pacientes con infarto al miocardio o insuficiencia cardiaca, registra desde entonces una ocupación superior al cien por ciento, aseguró Jorge Gaspar Hernández, director del INCICh. Recordó que el doctor Ignacio Chávez, fundador del instituto, emblema de los servicios de alta especialidad en el país, concibió las instalaciones ubicadas en la zona de hospitales de Tlalpan, para que fuera funcional durante 30 años y ahora está muy cerca de cumplir 50.

Esta es la segunda sede del instituto, pues se inauguró en 1944 en un inmueble ubicado sobre lo que ahora es avenida Cuauhtémoc. La necesidad de crecer en su capacidad llevó a la construcción del complejo actual, donde la sobresaturación también es evidente en los tiempos de espera para la realización de estudios.

Los pacientes que carecen de acceso a la seguridad social, tienen que aguardar hasta siete mesespara una ecocardiografía y dos para realizarse una tomografía. ¿Cuál es el problema? La elevada demanda de atención y las urgencias. Lo mismo ocurre en las áreas de cateterismo y cirugías. Se ha empezado a resolver con la ampliación de los horarios de atención de consultas y estudios en las tardes y fines de semana.

La situación en el INCICh es reflejo de la situación del país en materia de enfermedades cardiovasculares, que representan la principal causa de mortalidad y están directamente asociadas con condiciones como sobrepeso, obesidad y diabetes.

Gaspar Hernández comentó que el hospital cuenta con 208 camas censables y la ocupación es de 80 a 85 por ciento. En la Unidad Coronaria hay 22 camas, pero generalmente está sobresaturada por lo que hubo necesidad de instalar camas con monitores en consultorios, porque son pacientes que llegan con un infarto, cuya vida está en riesgo.

Al director, que el próximo mes de abril concluye su primer periodo de cinco años al frente del instituto y tiene la intención de reelegirse, le tocó poner en marcha la construcción de un nuevo edificio. Los trabajos ya se iniciaron y se prevé concluyan a finales de 2024. La inversión estimada asciende a 600 millones de pesos.

El Instituto de Cardiología ha sido protagonista y testigo de los avances de la ciencia médica en el manejo de los problemas que afectan al corazón.

Desde el inicio, comentó el director, se resolvieron padecimientos que antes eran letales, sobre todo para las personas de menores recursos económicos.

El desafío había sido económico, porque los pacientes no siempre contaban con los recursos para comprar los dispositivos, sobre todo los de muy alto costo. Por ello, comentó Gaspar Hernández, en la década de los 90, el entonces director Ignacio Chávez Rivera, hijo del fundador del instituto, diseñó un programa para atender a personas con solvencia económica. Se destinó un espacio físico del hospital, exclusivo para este fin. Funciona como un hospital privado y los recursos obtenidos por esta vía se depositan en el “fondo de mejoría”. Se utilizaban para financiar los servicios de los pacientes que requieren un procedimiento urgente, pero no lo podían pagar.

Actualmente, el programa denominado “pensionistas” sigue existiendo. Ocupa el noveno piso con 22 camas y, de acuerdo con el director, los ingresos van de 4 a 6 millones de pesos al año. La decisión del INCICh es mantener ese servicio médico privado y el dinero que se obtenga destinarlo a la compra de equipos médicos.

En tanto, el programa de gratuidad eliminó los obstáculos para la atención y de tres a cinco válvulas cardiacas que se colocaban cada año, ya se están poniendo más de 70. Lo mismo pasa con pacientes con infarto, cuando se les coloca un stent (dispositivo para desbloquear la arteria coronaria) y los médicos se dan cuenta que requiere uno o dos más, ya se lo pueden brindar sin problema.

INSTITUTO NACIONAL DE CIENCIAS MÉDICAS Y NUTRICIÓN SALVADOR ZUBIRÁN

El modelo de este Instituto ha demostrado

su eficacia en el control de la enfermedad y sobre todo

en el cambio de cultura de los pacientes. Aprender

a vivir con la enfermedad; pero no a sufrirla es una de las

metas.

Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. Foto Gobierno de México

El programa de gratuidad de los servicios de alta especialidad de los institutos nacionales de salud y hospitales federales de alta especialidad, vigente a partir de diciembre de 2020 “estimula el intelecto para identificar de qué manera podemos apoyar a más personas, porque siempre hace falta dinero para cubrir toda la necesidad”, afirmó José Sifuentes Osornio, director del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ).

Debido al gran número de pacientes y a que cada vez se conocen más y mejores medicinas para el control de enfermedades, se necesitan mayores montos y acciones para mejorar el uso de los recursos disponibles. Hasta ahora este instituto registra un avance de 80 a 85 por ciento en el surtimiento de recetas médicas.

El funcionario advirtió que el programa de gratuidad “está madurando y todos estamos aprendiendo cómo aplicarlo mejor”, sobre todo desde esta institución, cuyas acciones en salud tienen repercusiones internas y hacia el exterior.

Se ha distinguido por sus actividades de formación de recursos humanos e investigación. Cuenta con 220 investigadores nacionales, cuya productividad se refleja en publicaciones en revistas científicas de alto impacto.

Algunos resultados de los proyectos se han llevado a la práctica clínica con modelos de atención para diversos padecimientos: diabetes, VIH/sida, hepatitis, tuberculosis y enfermedad renal crónica.

Dichos esquemas son indispensables para coadyuvar en el tratamiento y control de estos y otros males que representan una elevada carga de enfermedad en el país. Destacó el modelo para diabetes que se diseñó en el INCMNSZ hace 10 años y ha demostrado que la atención integral de los enfermos y sus familiares, así como el aprendizaje para vivir con la enfermedad, no sufrirla, es la mejor alternativa para que logren la adherencia al tratamiento, la modificación de sus estilos de vida hacia una alimentación saludable y la realización de ejercicio físico.

En el Centro de Atención Integral de Pacientes con Diabetes (Caipadi), el personal médico también capacita y vigila a las personas en el cuidado de pies, la función renal, el corazón y la vista, entre otros.

Sifuentes resaltó que el modelo del instituto ha demostrado su eficacia en el control de la enfermedad y sobre todo, en el cambio de cultura de los pacientes y existe el plan de llevarlo a los estados de la República.

Sifuentes Osornio llegó al INCMNSZ en 1978 para realizar las especialidades de medicina interna e infectología. Ha ocupado diversos cargos desde entonces y el pasado mes de junio cumplió un año al frente del INCMNSZ.

Le corresponde llevar a término la construcción de la nueva torre de hospitalización, la cual tiene un avance de 70 por ciento y se prevé su inauguración en el segundo semestre de 2024. La inversión estimada asciende a 2 mil 200 millones de pesos y cuando entre en funciones permitirá aumentar de 15 a 20 por ciento la capacidad instalada, indicó.

En este instituto laboran alrededor de 4 mil 500 personas, de las que 530 son médicos residentes. Cada año egresan 200 de las diferentes especialidades.

Al año se registran entre 5 mil 500 y 6 mil ingresos hospitalarios; en urgencias se otorgan alrededor de 900 consultas a la semana y en la consulta externa se realizan mil atenciones por día, todas relacionadas con padecimientos complejos como leucemia, cáncer, trasplantes renales o de hígado, VIH, obesidad, diabetes y enfermedad cardiovascular, entre otros.

Para incrementar la capacidad de atención, se impulsó la atención ambulatoria, con lo que para diversos procedimientos ya no está indicado el internamiento del paciente, sino una estancia de unas cuantas horas y el egreso a su domicilio.

Otro elemento que contribuyó al aumento en los servicios ha sido la apertura de los turnos vespertino y de fin de semana. Fue posible por la asignación que tuvo de más de 630 plazas de personal médico.

INSTITUTO NACIONAL DE ENFERMEDADES RESPIRATORIAS

Una Institución que nace de los principios

más profundos del humanismo médico.

Estar preparados para la siguiente pandemia. Ese es el mayor reto en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) Ismael Cosío Villegas. “No sabemos cuándo llegará y debemos mantener la capacidad de respuesta para ofrecer una atención crítica masiva en caso de ser necesario”, afirmó la directora Carmen Hernández Cárdenas.

A partir de la reciente experiencia con covid–19, cuando ese nosocomio se convirtió en la terapia intensiva más grande a nivel nacional con 200 camas para enfermos graves y una ocupación de 100 por ciento en los periodos de mayor transmisión del virus SARS–CoV–2, la funcionaria advirtió sobre la responsabilidad de sostener esa capacidad, continuar con la preparación de las instalaciones y el entrenamiento del personal en las diferentes técnicas de atención médica.

Durante la emergencia sanitaria fue evidente la importancia de contar con médicos especialistas de todas las áreas y, sobre todo, de los expertos en medicina crítica (intensivistas) para brindar el servicio de soporte de vida, indicó.

También quedó clara la relevancia de contar con institutos como el INER, que con casi 90 años de existencia es un organismo de punta en asistencia, investigación y enseñanza sobre padecimientos respiratorios complejos.

El INER fue creado para atender a los enfermos de tuberculosis, la cual que sigue siendo un problema grave de salud. Con el avance de la ciencia médica se han incorporado áreas de alta especialidad, para cuya atención el instituto ha buscado ofrecer opciones terapéuticas similares a las que existen en el sector privado.

Recientemente se sumó la cirugía robótica. En el instituto ya se realizan intervenciones con el robot Da Vinci en tórax para la resección de nódulos pulmonares o en la corrección de problemas en la pleura (tejido que recubre los pulmones).

En julio pasado, Hernández Cárdenas asumió la dirección del instituto. Es la primera mujer en ese cargo y tiene varios proyectos en mente: un programa de trasplante de pulmón. Hasta ahora, se hacen en un hospital privado en Monterrey, Nuevo León y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ha reportado algunos casos también en aquella entidad. “Lo queremos hacer en el INER”, afirmó.

También buscará alternativas para actualizar la infraestructura del hospital y a la vez garantizar la gratuidad de los servicios. Ya lo son, pero “siempre habrá nuevas técnicas que se deben incorporar a los servicios” y eso implica la necesidad de una mayor inversión.

En el ámbito de la asistencia, Hernández Cárdenas también trabaja en el proyecto promovido por la Comisión Coordinadora de los Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad (CCINSHAE) para ofrecer servicios las 24 horas, los siete días de la semana (24/7).

Tiene 165 camas censables y 60 de áreas críticas: cuidados intensivos, terapia intermedia y urgencias. El personal médico y enfermería contratado durante la emergencia por covid–19, permaneció y se adecuaron sus horarios laborales, por lo que ya hay consulta externa en el turno vespertino.

En investigación, el INER obtuvo recientemente la certificación de calidad ISO 9000 del laboratorio de Inmunología de la tuberculosis; tiene un proyecto para crear un centro de desarrollo de vacunas y ha aumentado la cantidad de trabajos que son aprobados para su publicación en revistas de alta calidad.

Sobre la formación de recursos humanos, destacó la reciente incorporación de la especialidad de neumología con medicina crítica. Los expertos en la atención de padecimientos pulmonares también se entrenarán en los procedimientos de soporte de vida, entre otros, la asistencia mecánica ventilatoria así es la prevención y control de complicaciones comunes en las áreas de terapia intensiva.

INSTITUTO NACIONAL DE GERIATRÍA

Colocar el tema del envejecimiento saludable

como una prioridad en la agenda pública.

En los pasillos del Instituto Nacional de Geriatría. Foto Luis Castillo

Envejecer no es una tragedia ni una carga. Por el contrario, puede ser un factor de desarrollo. Si las personas adultas mayores prosperan, la sociedad en su conjunto también lo hará, pero antes se requiere cambiar la perspectiva que se tiene sobre ese sector de la población que, además, crece de manera acelerada, afirmó María del Carmen García Peña, directora del Instituto Nacional de Geriatría (Inger).

Advirtió que si bien ha habido cambios, todavía son insuficientes y quienes tienen 60 o más años de edad son víctimas de discriminación e incluso, violencia. A esto se suma las precarias condiciones de salud en que se encuentran entre 8 y 10 por ciento de ellos, porque han perdido totalmente su independencia por deterioro físico y cognitivo.

Estadísticas oficiales indican que 15.5 millones de mexicanos (12.4 por ciento) tienen más de 60 años y rápidamente nos acercamos a los europeos que, con 19 por ciento de adultos mayores, ya no tienen tasa de recambio, porque la tasa de fecundidad es menor a uno.

Las proyecciones demográficas indican que en el año 2050, 25 por ciento de los mexicanos se encontrará en ese rango de edad y todavía es incierto el prónostico por la heterogeneidad que existe en el territorio, indicó la especialista.

El Inger, creado en 2012, es el más nuevo en la red adscrita a la Comisión Coordinadora de los Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad (CCINSHAE). Su misión es que el envejecimiento saludable sea una prioridad en la agenda pública y revertir la brecha que existe entre vivir con enfermedad o estar libre de ella.

En entrevista, García Peña, quien en diciembre cumplió un año como directora del Inger, refirió datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) según los cuales, las personas de 60 años de edad tienen una alta probabilidad de vivir 10 o más años con alguna falla física.

De hecho, a esa edad, la mitad ya vive con algún grado de discapacidad por disminución o pérdida de la vista, la audición o de movilidad. No significa que esos individuos perderán su autonomía completamente, pero sí hay reducción en la funcionalidad. Aparte están quienes dependen completamente de otras personas, indicó.

Aquí, el punto no es la esperanza de vida, sino los años vividos con discapacidad. “Eso es lo que queremos reducir” y es factible, afirmó.

En el Inger, el pasado mes de agosto inició actividades la Unidad de Atención Integral, con la que el instituto se estrena en la prestación de servicios médicos.

“Era una deuda que teníamos con la sociedad y con la ley”, señaló la directora y ahora se concreta con el apoyo financiero que otorgó el gobierno federal, a través de CCINSHAE para garantizar la gratuidad de los servicios.

Por ahora, es un programa piloto enfocado en preservar la funcionalidad de los adultos mayores. Participan especialistas en rehabilitación, sicogeriatras, nutrición y trabajo social, entre otros, que ofrecen una atención centrada en la persona, no en las enfermedades.

“Queremos decir cómo se debe atender a las personas mayores” y que se reconozca la importancia de los geriatras, apuntó. La especialidad se creó hace una década.

Actualmente hay alrededor de mil especialistas en el país y ya se forman más en el Instituto Mexicano del Seguro Social, donde se creó esta área clínica para residencias médicas.

García Peña explicó que la forma como las personas envejecen está condicionada desde la gestación, si vivieron en condiciones de pobreza, con desnutrición o sobrepeso y obesidad o incluso si son sobrevivientes de cáncer en la infancia.

También influyen los hábitos de alimentación, la actividad física, el consumo de alcohol y tabaco a lo largo de la vida.

La especialista subrayó la importancia de asegurar la independencia de los adultos mayores en todos los ámbitos. Por eso, la pensión universal que otorga el gobierno federal es un pilar fundamental, porque no todas las familias pueden hacerse responsables de ellos, sostuvo.

INSTITUTO NACIONAL DE MEDICINA GENÓMICA Con la imaginación y el pensamiento de la ciencia médica, en el Instituto Nacional de medicina Genómica se construye el futuro.

El Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen) es el segundo más joven entre los 13 adscritos a la Comisión Coordinadora de los Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad (CCINSHAE) y está listo para contribuir a que en México exista la medicina de precisión, es decir, el diagnóstico y la identificación de las mejores terapias para diversas enfermedades, con base en pruebas genómicas.

Se dice fácil, señaló el director del instituto, Jorge Meléndez Zajgla, pero ha implicado un trabajo de casi dos décadas para formar investigadores, generar conocimiento y experiencia, así como tener equipamiento de alta tecnología, con los que, incluso, se empiezan a desarrollar proyectos de inteligencia artificial.

El Inmegen es el único en el área médica que cuenta con un grupo de investigación en genómica computacional y ya está diseñando protocolos de estudio sobre diferentes temas, aunque su concreción requiere de grandes bases de datos y biobancos para poder plantear preguntas a las computadoras.

En cuanto a los avances en investigación, Meléndez destacó la reciente publicación de un artículo en la revista científica internacional Nature, en el cual, por primera vez se describe con exactitud la genómica de los mexicanos.

Se logró con la secuenciación y análisis de 140 mil genomas que arrojaron las características genéticas de cada individuo, a partir de las cuales es posible identificar las diferencias con otros grupos poblacionales respecto al riesgo de desarrollar enfermedades y la probabilidad de éxito de los tratamientos médicos.

Ahora es factible que México se sume al conjunto de naciones que tienen como “estándar de oro”, realizar pruebas genómicas a los enfermos de cáncer antes de decidir el manejo clínico. También, conocer el nivel de riesgo de cada persona a desarrollar enfermedades cardiovasculares o diabetes.

Sobre esta última, desde hace varios años se dio a conocer que los mexicanos tienen una predisposición genética. Ahora se ha confirmado que una variante en el gen MCR4 predispone a la obesidad y a la alteración metabólica con una frecuencia cuatro a siete veces mayor respecto de los europeos.

Entre otros hallazgos, los investigadores detectaron mutaciones que no están presentes en otras poblaciones, lo cual explicaría que algunos medicamentos de alta eficacia en Europa o Estados Unidos, “aquí no son tan buenos”.

Para Meléndez, quien llegó a la dirección del Inmegen el pasado mes de junio, “estamos en el momento de seguir con la investigación de frontera y dar atención a los pacientes”.

Hace un par de años el Inmegen inició la Estrategia de Vigilancia Anticipada (eVA) para la detección de variantes genéticas de riesgo para cáncer de mama hereditario.

Ahora, está en proceso un programa piloto con el Instituto Nacional de Pediatría, el Hospital Infantil de México Federico Gómez, el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológica y la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud, para realizar pruebas genómicas en niños con síndromes hereditarios, enfermedades genéticas desconocidas y en otros casos para confirmar la presencia de un padecimiento cuyos indicadores clínicos son confusos.

El convenio incluye a los niños con leucemia para analizar la neoplasia y determinar si responderá a los medicamentos. Así se hace en Estados Unidos y Europa de manera rutinaria.

De igual forma se realizará con los candidatos a trasplante de médula ósea. Con la prueba genómica se determina con un alto grado de precisión la compatibilidad entre el donador y el receptor del tejido para evitar el rechazo.

Explicó que cada prueba vale alrededor de 25 mil pesos, pero a mayor escala, al menos 200 muestras de sangre cada mes, con la inclusión de personas adultas con cáncer y otros padecimientos, así como proyectos de investigación, el precio bajaría a unos 3 mil o 4 mil pesos.

Para el programa piloto con pacientes pediátricos se necesitan alrededor de 10 millones de pesos. La previsión del doctor Meléndez es iniciarlo durante el primer semestre de 2024.

INSTITUTO NACIONAL DE NEUROLOGÍA Y NEUROCIRUGÍA MANUEL VELASCO SUÁREZ

Tomógrafo del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez. Foto cortesía del Instituto

El director del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez (INNNMVS), Ángel Antonio Arauz Góngora, llegó al cargo en julio de 2020, en plena emergencia sanitaria por covid–19 y cuando el hospital enfrentaba la peor crisis de su historia por la carencia de equipos médicos y la existencia de una farmacia privada que operaba dentro del nosocomio. Los pacientes eran obligados a acudir ahí a surtir recetas, así como pagar la renta de los equipos cuando necesitaban alguna intervención quirúrgica.

Una de las primeras decisiones del director fue rescindir el contrato con la farmacia, respecto de la cual se hicieron múltiples denuncias, sobre todo por los elevados precios de las medicinas y dispositivos.

El colmo fue el descubrimiento por parte de las secretarías de Salud, Función Pública y la Comisión Coordinadora de los Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad (CCINSHAE) que el ex director, Miguel Ángel Celis y sus colaboradores habían ordenado guardar los equipos quirúrgicos para poder rentarlos a la empresa privada y trasladar a los pacientes y sus familias ese costo.

Ese grupo directivo salió del INNNMVS en febrero de 2020 y en julio Arauz Góngora llegó a la dirección. “Todo estaba muy mal, con calificación reprobatoria, salvo por el talento humano”. El personal médico, de enfermería, técnicos y administrativos “seguían trabajando con lo que había”.

Y es que con el cierre de la farmacia subrogada, el hospital se quedó sin abasto en prácticamente todas las áreas.

“Tuvimos que armar la farmacia para el hospital desde cero”, recordó. Al final de 2020 se sumó la decisión del gobierno de que los servicios de salud federales de tercer nivel de atención serían gratuitos. Se benefició a los pacientes y al instituto, porque además del apoyo que ha tenido de la CCINSHAE para subsanar las carencias generadas por la deficiente gestión administrativa anterior, con la gratuidad ha recibido recursos económicos adicionales.