El hallazgo es especialmente relevante para Estados Unidos, que tiene uno de los índices de obesidad más altos del mundo. La mayoría de los adultos estadounidenses tienen sobrepeso, y el 42 por ciento padece obesidad. Los negros, los hispanos, los indígenas estadounidenses y los nativos de Alaska presentan índices de obesidad más altos que los adultos blancos y los asiáticos estadounidenses; también se han visto afectados de manera desproporcionada por la pandemia, con índices de mortalidad que casi duplican las de los estadounidenses blancos.
“Es muy posible que esto esté contribuyendo a las complicaciones graves”, comentó Blish. “Estamos viendo que se producen las mismas citoquinas inflamatorias presentes en la sangre de los pacientes que están muy enfermos en respuesta a la infección de esos tejidos”.
Antes se pensaba que la grasa corporal era inerte, una especie de almacenamiento, pero ahora los científicos saben que el tejido es biológicamente activo, pues produce hormonas y proteínas del sistema inmunitario que actúan sobre otras células, promoviendo un estado de inflamación persistente de bajo grado incluso cuando no hay infección.
La inflamación es la respuesta del cuerpo a un invasor, y a veces es tan vigorosa que es más dañina que la infección que la desencadenó. “Entre más masa adiposa, y en particular masa adiposa visceral, peor es la respuesta inflamatoria”, dijo McLaughlin refiriéndose a la grasa abdominal que rodea los órganos internos.
El tejido adiposo está compuesto sobre todo por células adiposas o adipocitos. También contiene preadipocitos, que maduran hasta convertirse en células adiposas, y una variedad de células inmunitarias, entre ellas un tipo llamado macrófagos del tejido adiposo.
McLaughlin y Blish, junto con sus colegas, llevaron a cabo experimentos para comprobar si el tejido adiposo obtenido de pacientes sometidos a cirugía bariátrica podía infectarse con el coronavirus, y siguieron la respuesta de varios tipos de células.
Los científicos descubrieron que las propias células adiposas podían infectarse, pero no se inflamaban demasiado, sin embargo, ciertas células inmunitarias llamadas macrófagos también son susceptibles a la infección, y desarrollaban una fuerte respuesta inflamatoria.