En un giro dramático de los acontecimientos, el ejército ruso ha destruido el edificio del servicio secreto ucraniano, donde se habría gestado el ataque en contra de Igor Kirillov un alto militar ruso, quién murió en dias pasados cuando una scotter explotó fuera de su edificio. Además de este edificio del Servicio Secreto, también habrían destruido cuatro baterías antiaéreas Patriot y lanzaderas, en un ataque combinado contra la capital ucraniana de Kiev. Este movimiento se produce después de que el presidente ruso, Vladímir Putin, lanzara una amenaza el jueves de que apuntaría con sus misiles hipersónicos contra la capital ucraniana.
Según el Ministerio de Defensa ruso, el ataque también destruyó una lanzadera HIMARS, cinco estaciones de lucha radioelectrónica y seis arsenales de munición. Rusia afirma que este ataque es una represalia por el lanzamiento de misiles occidentales de alta precisión contra una planta química en la región rusa de Rostov y el ataque perpetrado a Igor Kirillov.
“El presidente dijo que cada vez habrá respuesta”, declaró Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, en referencia a los ataques ucranianos con misiles de largo alcance contra territorio ruso.
En una jugada audaz, Putin ha planteado un desafío a Estados Unidos y la OTAN, proponiendo un “duelo” entre los misiles hipersónicos rusos Oréshnik y los sistemas de defensa aérea y antimisiles occidentales, con Kiev como escenario. “Que elijan cualquier instalación para que la ataquemos, digamos, en Kiev. Que concentren allí todas sus sistemas antiaéreos y antimisiles. Y nosotros atacaremos con (un misil) Oréshnik. Y veremos qué es lo que pasa”, dijo el mandatario ruso.
Esta escalada en la tensión entre Rusia y Occidente mantiene al mundo en vilo, mientras se espera ver si Putin cumplirá con su desafío y Kiev se convertirá en el campo de batalla de esta peligrosa partida de ajedrez geopolítico.
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