En un golpe devastador para el grupo terrorista Hezbolá, el líder carismático pero sanguinario Hasán Nasralá ha sido eliminado en un ataque aéreo israelí cerca de Beirut. Este hecho ha desatado una ola de tensión y conmoción en la región, con el gobierno estadounidense respaldando firmemente el derecho de Israel a defenderse de esta amenaza.
El presidente Joe Biden condenó a Nasralá como un “terrorista con sangre estadounidense en sus manos”, cuyo liderazgo durante décadas ha desestabilizado Medio Oriente y cobrado la vida de innumerables civiles inocentes. La vicepresidenta Kamala Harris reiteró el inquebrantable compromiso de Estados Unidos con la seguridad de Israel, afirmando que siempre apoyarán su derecho a defenderse de Irán y los grupos terroristas que este respalda.
Ante la volátil e impredecible situación de seguridad, el Departamento de Estado de EE.UU. ha ordenado la evacuación de las familias de sus diplomáticos en Líbano y autorizado la salida de parte del personal. Asimismo, se ha instado a los ciudadanos estadounidenses a abandonar el país mientras aún haya opciones de transporte disponibles.
El gobierno libanés, por su parte, ha decretado tres días de duelo nacional tras el asesinato del líder de Hezbolá, una medida que refleja la gravedad de este suceso y las implicaciones que tendrá para la región.
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