Mientras familiares desesperados buscan respuestas, una macabra revelación sacude Siria. Rebeldes reportaron el hallazgo de alrededor de 40 cuerpos con signos de tortura en la morgue de un hospital cerca de Damasco. Los cadáveres, envueltos en bolsas y etiquetados con números o nombres, podrían pertenecer a prisioneros.
La infame prisión de Sednaya, a 30 kilómetros al norte de la capital, es el epicentro de esta escalofriante historia. Gestionada por la Policía Militar, la prisión se hizo tristemente célebre por el uso de tortura y fuerza excesiva tras un motín de detenidos en 2008. Se estima que albergaba entre 10,000 y 20,000 presos, según Amnistía Internacional.
Ahora, con la caída del régimen de Bashar al-Assad, los rebeldes han abierto las puertas de esta prisión y se enfrentan a un panorama desolador. En el Hospital Harasta, los cuerpos apilados muestran signos de violencia extrema: ojos y dientes arrancados, huesos envueltos en tela y un cuerpo en descomposición.
“Estoy aquí porque puede que salga gente. Algunas celdas pudieron abrir, y sobre otras celdas subterráneas que no han podido abrir, no hay noticias. Esperamos que nos ayuden a sacar a la gente y los jóvenes vuelvan a sus familias”, afirma uno de los hombres que entró a la prisión.
La búsqueda desesperada de familiares continúa, mientras se espera que las familias puedan identificar a los fallecidos. Esta revelación macabra arroja luz sobre las atrocidades cometidas en las cárceles sirias y exige una respuesta urgente de la comunidad internacional.
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