Estrenos: crítica de “El exorcista: creyentes”, de David Gordon Green

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El mundo cinematográfico de EL EXORCISTA, por suerte, no es tan largo ni elaborado como el de la mayoría de las sagas de terror que vienen de las décadas del ’70 y ’80. Tiene la película original, la clásica e inimitable dirigida por William Friedkin –en breve se cumplen 50 años de su estreno–, dos secuelas ya sin su presencia como realizador, y una complicada precuela hecha en el 2004 que, de hecho, tiene dos versiones firmadas por dos directores diferentes (Renny Harlin y Paul Schrader). Casi dos décadas después de aquella aparece David Gordon Green –que recién viene de hacer una trilogía que continúa la saga HALLOWEEN— para traer una nueva película de la saga que promete ser el inicio de otra trilogía.

EL EXORCISTA: CREYENTES funciona como spin-off más que cualquier otra cosa, o al menos eso parece de entrada. Si bien ya los trailers ya han adelantado la presencia de Ellen Burstyn –una de las protagonistas de la película original, que no había vuelto a la saga desde entonces– no sabrán hasta no verla aquí exactamente cómo se conecta una cosa con la otra. Es que hasta poco antes de su aparición, la película de Gordon Green bien podría ser un film de horror y misterio más o menos genérico que poco y nada tiene que ver con la vieja saga de posesión demoníaca, más allá de algunos laterales homenajes.

El film comienza en 2010, cuando Victor Fielding (Leslie Odom Jr.) y su esposa están de vacaciones en Haití, donde observan algunas peculiares costumbres religiosas del lugar. Ella está (muy) embarazada cuando un terremoto sacude el lugar y queda encerrada en un edificio que empieza a derrumbarse. Al recatarla tan lastimada no hay forma de que puedan sobrevivir ella y el bebé, por lo que finalmente la mujer muere y el bebé (niña, finalmente) sobrevive.

Ya en el tiempo presente, Angela (Lidya Jewett) es una niña de 13 años que vive con su padre con el que parece tener una extraordinaria relación. Una tarde, al salir del colegio, la chica planea meterse en medio del bosque con Katherine (Olivia Marcum), una amiga, a tratar de comunicarse con los muertos. Específicamente, con la madre de Angela. Su padre le da claras indicaciones de la hora de regreso, pero las chicas no vuelven, por lo que los padres de ambas van a la policía y empiezan a investigar por donde estuvieron, encontrando pistas confusas y evidencias no muy claras de qué pudo haber pasado.

Hasta que, tres días después, reaparecen. Pero no lo hacen del mismo modo que se fueron sino un tanto más raras, extrañas, agresivas. Poco a poco va quedando claro que las dos han vivido alguna experiencia violenta, traumática o algún tipo de «ente» se apoderó de ellas, uno de esos que quizás haya que sacar mediante exorcismos. Y es allí, investigando sobre este fenómeno, que Victor da con la mítica Chris MacNeil (Burstyn), quien decide ayudarlo. Al conocer a las chicas se da claramente cuenta de lo que está sucediendo. Y las chicas saben, también, quién es ella. De allí en adelante todo empieza a tomar un color más parecido al que conocemos.

Entre las diferencias con las anteriores películas es que aquí son dos las chicas poseídas y que una es blanca y la otra, negra. No es un tema menor ya que hay estilos, si se quiere, religiosos diferentes a la hora de tratar los casos. Victor no es creyente, por lo que también es difícil convencerlo que la forma de resolver el problema quizás vaya por ese lado. Al grupo protagónico hay que sumarle a un cura que debe hacer la ceremonia pero tiene sus dudas, una enfermera con un pasado religioso que decide ayudar (Ann Dowd) y la mujer de ascendencia africana que hace rituales que poco y nada tienen que ver con la Biblia, la Cruz y las conocidas frases.

Las chicas, de todos modos, tienen el mismo tipo de posesión que Linda Blair tenía en la original. Hasta las caras, las voces y los maquillajes las vuelven especialmente parecidas a ella. Pero en lo que respecta a la explicación de los fenómenos, bueno, ya verán que tiene algunos elementos bastante diferentes. O eso es lo que parece, ya que al ser una planeada trilogía, todo puede cambiar, complicarse o ser distinto a lo que uno cree.

Habrá más sorpresas, más «llamadas» al film original, y la película recién cobrará algo de forzada intensidad ya en el propio exorcismo (o como se lo llame en este caso), que se extenderá en un crescendo casi constante durante toda la segunda mitad de la secuela. EL EXORCISTA: CREYENTES no suma demasiado a lo que ya conocemos. Se puede ver con relativo interés y algo de tensión. Y hasta habrá quienes genuinamente la disfruten. O podría no existir y nada sucedería. De todos modos, nada alterará el recuerdo de la original, la única de todas que puede considerarse un clásico.