La Selección Mexicana de Fútbol enfrenta una crisis sin precedentes. Después de la decepcionante eliminación en la primera ronda del Mundial de Qatar 2022, la relación entre la afición y el equipo nacional se ha deteriorado gravemente.
Un sondeo reciente revela que el interés y el apoyo de los fanáticos se han desvanecido. “Ya no es tan llamativo porque los entrenadores hacen lo que quieren. Nunca escuchan a la afición. Pierdes el amor porque no hay resultados ni estructura, no ves espíritu”, comenta un aficionado.
La evidencia es contundente: en los últimos partidos amistosos, la asistencia en los estadios ha sido alarmantemente baja. En el Rose Bowl contra Nueva Zelanda, solo 15,271 seguidores acudieron al encuentro, y en el AT&T Stadium frente a Canadá, la cifra no superó los 32,623 espectadores.
“Estamos en un mundo donde todo lo exitoso se vuelve comercial y desgraciadamente el futbol pasa por esto. El futbol debería considerarse un derecho cultural de acceso, al menos los partidos de la Selección espero que nunca se transmitan por programación de paga”, advierte el escritor Juan Villoro.
La crisis de resultados y la falta de identidad del futbol mexicano se reflejan en la creciente apatía de la afición. ¿Podrá la Selección Nacional recuperar el cariño de sus seguidores? El sábado 12 de octubre, en el estadio Cuauhtémoc, tendrán la oportunidad de comenzar a reconstruir esa conexión perdida.
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