Braithwaite costó seis veces menos que Griezmann, pero ya está siendo más importante que el francés

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Martin Braithwaite camina al fondo de la imagen mientras Leo Messi y Antoine Griezmann se chocan la mano. (Foto JAIME REINA/AFP via Getty Images)

En la nueva normalidad azulgrana hay cosas que no cambian. Leo Messi sigue siendo el factor más determinante del Barça mientras Antoine Griezmann continua parapetado, a la sombra del argentino. Timorato, encogido y cohibido. Ni rastro de un futbolista que lideraba la fase ofensiva del Atlético de Madrid y pretendía marcar la diferencia en el Camp Nou. Algo que hasta el momento se queda en eso; en un deseo lejos de ser una realidad. En contraposición al galo, está Martin Braithwaite. Sin hacer apenas ruido mediáticamente, el danés está aportando el grado de profundidad en campo contrario y agresividad al espacio que necesitaba el Barça de Leo Messi y Quique Setién.

Verticalidad ante el riesgo de exceso de horizontalidad. Agresividad ante el toque-toque en la frontal del área. Un desmarque de ruptura en profundidad en lugar de una pelota al pie. El valor de las acciones de Martin Braithwaite no se encuentra tanto en quién las ejecuta sino en el qué y el cómo. Un jugador que no necesita estar en permanente contacto con el balón para activarse y que, para fortuna de Leo Messi, puede ser decisivo gracias a sus continuos movimientos sin pelota.

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Was waiting for this, BRAITHWAITE 🔵🔴 pic.twitter.com/o88llHNyFN — MESSI BA🇪🇸🇬🇭 (@Valverd29039382) June 13, 2020

Es cierto que su figura no se corresponde a la de un extremo convencional. El danés camina tras los pasos de aquellos delanteros como David Villa o Pedro Rodríguez que, ante la necesidad de congeniar con Messi, comprendieron que su principal función no era la de aumentar su cuenta particular, sino la de lanzar diagonales constantemente para habilitar al argentino. Oxígeno, metros, más tiempo para pensar y menos defensas para sortear. Braithwaite, como el Barça, brillará en la medida en que lo haga Messi.

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Martin Braithwaite realiza un desmarque de ruptura en la primera parte (a la izquierda de la imagen).

Martin Braithwaite ensancha el campo y se desmarca. En la siguiente acción, Frenkie de Jong recupera el balón y se produce el 0-1 azulgrana.

Es evidente que el delantero presenta problemas a la hora de sentirse cómodo en el juego de posición y combinar en espacios reducidos. Al fin y al cabo, proviene de un modelo de juego absolutamente inverso como es el del Leganés de Javier Aguirre o Maurício Pellegrino.

Sin embargo, Braithwaite suple sus dificultades en ese tipo de situaciones con un trabajo prácticamente invisible como los desmarques a la espalda de la meta rival, el desgaste en la presión en campo rival o la agresividad, potencia y velocidad al espacio. Tres características que brillaban por su ausencia en el cuadro catalán.

Si el fantasmagórico rendimiento de Griezmann como azulgrana le ha hecho peligrar como titular, la fe inquebrantable de Braithwaite le ha llevado hasta el Barça. La perseverancia, energía, determinación con la que afronta cada partido es la herencia natural a una autoconfianza que va más allá de sus condiciones futbolísticas. Y es que nadie ha creído tanto en él como él mismo. En este sentido, resulta difícil llevarle la contraria tras observar el considerable impacto que ha tenido en el sistema ofensivo culé en tan solo cuatro partidos.

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