Empezaron a pintar sobre las tres de la madrugada del viernes y antes del mediodía estaba completado. El último tramo de la larga calle 16, esa que comienza en el norte de la capital de la nación y se extiende por un poco más de 10 kilómetros prácticamente hasta las puertas de la Casa Blanca, tiene desde hoy un potente mensaje pintado en enormes letras de color amarillo: BLACK LIVES MATTER (las vidas negras importan). Bajo la iniciativa de la alcaldesa de la ciudad, Muriel Bowser, el último tramo de la calle frente a la residencia presidencial ha cambiado su nombre y llevará el mismo que el eslogan que en el pasado y, concretamente desde los último diez días, tras la muerte de George Floyd, ha tomado las calles.
La obra de la artista local Rose Jaffe ocupa el tramo de la calle 16 comprendido entre la famosa calle K de los lobistas y la H. La acción emprendida por la regidora pretende honrar a los manifestantes que desde hace días se han concentrado, desafiando el toque de queda de las siete de la tarde, para reclamar un cambio de política radical en los métodos usados por la policía, cuyos actos de brutalidad acabaron en Minneapolis con la vida del afroamericano Floyd bajo la rodilla aplastante y asfixiante de un agente del orden blanco.
La visión del mensaje no será posible desde las estancias en la Casa Blanca que ocupa el mandatario de Estados Unidos, Donald Trump, pero es un mensaje claro hacia un presidente que obligó a las fuerzas del orden a dispersar de forma violenta a los manifestantes con gas lacrimógeno para que desbloquearan el camino para que Trump pudiese caminar desde su residencia hasta la histórica iglesia de Saint John, dañada por el fuego la noche del domingo en el fragor de las protestas y conocido como “el templo de los presidentes”, porque allí van los líderes del país a rezar desde 1816. Trump usó el momento para hacerse una extraña foto a las puertas de la Iglesia sujetando una Biblia que parecía le quemaba en las manos.
Mientras acababa de concluirse la enorme pintada amarilla en el ya caliente asfalto de Washington, pasadas las once de la mañana, un trabajador del Ayuntamiento colgaba en la esquina de la calle 16 con la calle H el nuevo nombre de esa ubicación: Black Lives Matter Plaza NW. La alcaldesa de la ciudad contemplaba en silencio el simbólico proceso que inicia un nuevo capítulo en la historia de las protestas raciales de la capital. “En América, puedes reunirte pacíficamente”, se limitó a decir Bowser.