Una serie de protestas volvieron a sacudir a todo Estados Unidos el domingo, incluso cuando aún se estaban limpiando los escombros de los disturbios del día anterior, con algunos hechos de violencia y delincuencia aislados durante manifestaciones pacíficas en gran medida azuzadas por los homicidios de hombres de raza negra a manos de la policía.
Desde Boston hasta San Francisco, los inconformes volvieron a salir a las calles, y surgieron ciertos indicios de problemas en algunas ciudades que han cerrado las calles e impuesto toques de queda tras días de agitación. La gente saqueó tiendas a plena luz del día en Filadelfia y Santa Mónica, California, y un tráiler embistió a una multitud que bloqueó una carretera en Minneapolis.
Se desconoce si hubo lesionados. Los manifestantes se subieron al camión, y la policía acudió en masa para despejar la carretera en la ciudad donde surgió toda la agitación tras la muerte la semana pasada de George Floyd, un hombre de raza negra que falleció después de que un policía blanco de Minnesota lo inmovilizó colocándole una rodilla sobre el cuello durante varios minutos. Las protestas rápidamente se extendieron a nivel nacional, en docenas de ciudades grandes y pequeñas.
Policías y manifestantes pacíficos por igual exhortaron a poner fin a la violencia, asegurando que únicamente obstaculiza las exigencias para que se haga justicia y se apliquen reformas.
“Sólo perjudica a la causa”, dijo Danielle Outlaw, comisionada del Departamento de Policía de Filadelfia, en donde más de 200 personas fueron arrestadas en medio de incendios y saqueos en distintos puntos de la ciudad.
La indignación por el racismo a través de muchas generaciones en un país fundado por esclavistas se sumó a una serie de muertes recientes para avivar el descontento.
Tres meses antes del fallecimiento de Floyd, Ahmaud Arbery fue asesinado a tiros mientras trotaba por un vecindario de Georgia. Un padre y su hijo, ambos de raza blanca, enfrentan cargos en ese caso. Un mes antes del homicidio de Arbery, policías antinarcóticos de Louisville, Kentucky le dispararon en ocho ocasiones a la trabajadora de emergencias médicas Breonna Taylor en la puerta de su casa. No se encontraron drogas en su residencia.
A esto se suma la ansiedad de meses de confinamiento a causa de la pandemia del coronavirus, que ha afectado de manera desproporcionada a las comunidades de color, no sólo en términos de infecciones sino también en cuanto a la pérdida de empleos y problemas económicos.
Las multitudes que se reúnen en protesta y entonando cánticos significan una amenaza de nuevos brotes, un hecho opacado por las tensiones en aumento.
“Estamos hartos. Los policías están fuera de control”, dijo la manifestante Olga Hall en Washington, D.C. “Son unos salvajes. Simplemente han muerto demasiados chicos”.
La escala de las protestas, de costa a costa y en una sola noche, rivaliza con las manifestaciones históricas que se registraron en las épocas de la lucha por los derechos civiles y la guerra de Vietnam.
Grandes ciudades de todo el país impusieron toques de queda, incluyendo Atlanta, Chicago, Denver, Los Ángeles, San Francisco y Seattle. Alrededor de 5 mil elementos de la Guardia Nacional se desplegaron en 15 estados y en la capital.
En Minneapolis, policías locales y estatales y miembros de la Guardia Nacional tomaron las calles poco después de que entrara en vigor el toque de queda a las 8 de la noche del sábado para dispersar las manifestaciones. El despliegue de fuerza se presentó después de tres días en que la policía evitó, en la mayor parte, enfrentamientos con los manifestantes, y después de que el estado ordenara el despliegue de más de 4 mil tropas de la Guardia Nacional en Minneapolis. Las autoridades informaron que la cifra aumentaría a casi 11 mil.
El presidente Donald Trump pareció aplaudir las tácticas más estrictas, encomiando el despliegue de la Guardia Nacional en Minneapolis y declararando que “¡no estamos jugando!”. Dijo que a la policía de la ciudad de Nueva York “se le debe permitir hacer su trabajo”.