El choque de dos visiones que contraponen al país tiene cita en las urnas el 6 de junio, en una elección que definirá si la 4T tendrá los votos para profundizar su proyecto de autarquía nacional o tropieza con una oposición colgada a la “modernización” del pasado. Difícilmente se recuerdan unos comicios intermedios en que la nación pareciera ir de por medio, como parte de la polarización política que se encona entre el discurso del cambio y la resistencia del status quo. Una confrontación sobre la que el mundo de las finanzas internacionales comienza a poner la atención por los negocios en México y su lugar en la economía mundial.
En efecto, la disputa política interna empieza a atraer la mirada de las finanzas globales a medida que avanzan controvertidas reformas legales sobre electricidad e hidrocarburos para favorecer a las empresas nacionales y la autosuficiencia de la producción local. En su último número, la influyente revista The Economist visibiliza esa preocupación con un artículo que dibuja un panorama ruinoso para el país si continúan las reformas de la 4T y, de modo extraño, va un paso más allá del análisis con un llamado a votar contra Morena para frenar el “peligro para la democracia” si logra el control del Congreso. Otros análisis de instituciones financieras, como Citibanamex, también llaman la atención a sus inversores sobre el riesgo del desafío al status quo económico e institucional para la estabilidad financiera y política por la confrontación de la 4T con el INE y el Poder Judicial. Sus adversarios internos celebran la entrada al debate de las elites globales, mientras el gobierno acusa propaganda de intereses económicos en clave electoral.
La crítica sorpresiva y “virulenta” externa podría anticipar nuevos frentes abiertos para López Obrador, a pesar de creer que mantendría bajo control al sector financiero internacional con su ortodoxia y austeridad financiera. Es habitual que la élite económica local busque mantener aliados fuera de la frontera, pero estos enfoques reflejan una creciente inquietud de las empresas globales, por ejemplo, energéticas, por la radicalización nacionalista del proyecto obradorista. De ahí su intención de que el mundo de los negocios voltee a ver a López Obrador y se ponga en guardia como con otros “populistas autoritarios”, con argumentos que coinciden con la oposición interna. Con su advertencia sobre el “falso mesías” parece querer decirles que no se confundan con el discurso contra la pobreza y la corrupción porque sus reformas pueden desconocer contratos, limitar inversiones o excluir de obras de infraestructura que controla el Ejército, como resalta la portada de la publicación británica.
El destinatario del mensaje no es interno, pero logra una inusual respuesta de Ebrard a las élites externas “que no entienden” al gobierno de López Obrador. Las críticas atizan la confrontación local y la expectativa de que sean una señal para que gobiernos como EU estén más pendiente del proyecto de la 4T, como acarician desde que Biden llegó al poder. El presidente de EU hasta ahora ha evitado inmiscuirse en el debate con una política exterior prudente y discreta que corre por los canales institucionales, a diferencia del Twitter de Trump. Pero también tienen mayor presión por las denuncias de sindicatos por violación de derechos laborales en México y los pedidos de petroleras estadunidenses para que actúe contra las políticas energéticas de la 4T, aunque intenta concentrarse en el tema migratorio y de seguridad.
EU necesita de la cooperación de México contra la amenaza migratoria y sabe de la hipersensibilidad de López Obrador a que se inmiscuya en asuntos internos. Con Trump había logrado un acuerdo tácito de colaboración migratoria a cambio de estar lejos de la agenda política interna. Ante ello, el mundo de los negocios internacionales parece decidido a entrar al debate sobre las políticas de la 4T, como cuando, en sentido contrario, apoyó la apertura petrolera de Peña Nieto con el “salvando a México” de una portada del Time. A diferencia de los vítores de entonces por el espaldarazo a las reformas “modernizadoras”, el gobierno de la 4T no pudo ocultar indignación y mayor preocupación por las críticas externas que las de la oposición interna, aunque estén en sintonía y quiera subestimarlas por “debilidad argumentativa”.