Europa y Estados Unidos pidieron en la ONU una investigación urgente tras el desvío del avión civil en Bielorrusia

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El Consejo de Seguridad de la ONU (Johannes EISELE / AFP)

Los miembros europeos del Consejo de Seguridad de la ONU y Estados Unidos pidieron este miércoles en un comunicado conjunto “que la Organización Internacional de Aviación Civil investigue con urgencia” el presunto secuestro del avión de Ryanair el domingo para detener a un opositor en Bielorrusia, tras una sesión del máximo cuerpo del organismo.

Este hecho es “inaceptable y sin precedentes” y los responsables deben “rendir cuentas plenamente”, añade la declaración, que “condena enérgicamente” el hecho y pide la “liberación inmediata” del “periodista independiente” bielorruso Roman Protasevich y su novia rusa Sofia Sapega, ambos arrestadas en Minsk después de la llegada del avión, lo que provocó la condena internacional y sanciones de la Unión Europea (UE).

“Piratería aérea”

Como parte de las sanciones, la UE cerró el lunes su espacio aéreo a los aviones bielorrusos. Polonia, , que comparte una larga frontera con Bielorrusia, lo oficializó este miércoles y se espera que la prohibición tenga un efecto importante en los vuelos de las aerolíneas bielorrusas, incluida la aerolínea nacional Belavia, a Europa occidental. La Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) también recomendó evitar el espacio aéreo de Bielorrusia.

El avión de Ryanair en el que viajaban Roman Protasevich y su esposa al llega al aeropuerto de Vilna (REUTERS/Andrius Sytas/archivo)

Este miércoles el régimen de Lukashenko acusó a Francia de “piratería aérea” por haber negado su espacio aéreo a un avión bielorruso que cubría la ruta entre Minsk y Barcelona, obligándolo a dar la vuelta.

“Es un hecho absolutamente escandaloso y un acto inmoral. Honestamente, es prácticamente piratería aérea”, afirmó el portavoz de la diplomacia bielorrusa, Anatoli Glaz.

Por su parte, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, denunció la actitud “absolutamente inaceptable” de Minsk y un “ataque” contra los derechos fundamentales y la libertad de prensa.

El Secretario General de la OTAN Jens Stoltenberg (John Thys via REUTERS)

El disidente, de 26 años y al que el gobierno bielorruso acusa de estar implicado en “actividades terroristas”, es ex jefe de redacción del influyente medio opositor Nexta, que favoreció la movilización masiva de los bielorrusos durante las protestas de 2020, tras la polémica relección de Lukashenko.

La televisión bielorrusa difundió un video del joven, grabado en una prisión de Minsk, en el que se declaraba culpable, una confesión fruto de la coacción según sus familiares y los detractores del régimen.

Su padre, Dimitri Protasévich, dijo a la agencia AFP que su abogado no había podido verlo y teme que esté en el hospital. “Creemos que su vida y su salud están en peligro”, afirmó.

El activista y periodista bielorruso Roman Protasevich (Telegram@Zheltyeslivy/Reuters TV/via REUTERS)

El gobierno bielorruso ya había sido objeto de sanciones occidentales por la represión de las manifestaciones de 2020 contra la reelección de Lukashenko, que la UE considera fraudulenta y no reconoce.

“Líneas rojas”

Lukashenko criticó este miércoles a sus “adversarios del extranjero y dentro del país”. “Han traspasado una multitud de líneas rojas, han ido más allá de los límites del entendimiento y de la moral humana”, afirmó.

Denunció además que su país es “escenario de experimentos que luego irán hacia el Este”. Ha dicho en varias ocasiones que, tras él, el siguiente en la lista de los occidentales es el presidente ruso, Vladimir Putin, su principal aliado.

El dictador bielorruso Alexander Lukashenko (Presidencia Bielorrusa via REUTERS)

Rusia considera que no hay razones de dudar de la versión de los hechos de Lukashenko, aunque fue mesurado en sus comentarios.

La portavoz de la diplomacia rusa, María Zajarova, criticó las acusaciones de complicidad de Moscú en este asunto, denunciando “interpretaciones fantasiosas” y pidió una “investigación objetiva” del incidente.

Las autoridades bielorrusas afirman que la amenaza de bomba que obligó al desvío del avión era del movimiento islamista palestino Hamás.

La transcripción de los diálogos entre los controladores y el piloto muestran que las autoridades insistieron para que el avión aterrizara en Bielorrusia y no en un país vecino.

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