Richard Núñez llegó a Cruz Azul en el 2005 y tuvo un debut soñado. Aquella tarde ante Tecos en el Azteca, el delantero uruguayo anotó cuatro de los cinco tantos de su equipo en una victoria imponente de La Máquina. Tanto fue la expectativa que levantó después de ese partido, que toda la afición celeste empezó a llamarlo ‘SúperRichard’, el nuevo superhéroe.
Pero lo que empezó como una ilusión, terminó acabando como la mayor desilusión. El oriundo de Montevideo (Uruguay) no lograría marcar otro tanto en aquel Apertura 2005. Núñez fue un ejemplo contrario del viejo aforismo que reza “no importa como empiezas sino como terminas”. Richard empezó muy bien, pero terminó muy mal.
Después de ese torneo, la directiva cementera lo prestó a Tuzos de Pachuca, equipo con el que se coronó campeón al anotar 10 tantos en los 23 partidos. Se empezaba a gestar su cambio de ídolo a villano para los fanáticos de Cruz Azul. Al término del Clausura 2006, Núñez volvió a La Máquina, y a pesar de que no tuvo el mismo impacto con Pachuca, al menos anotó nueve tantos en su vuelta con los celestes.
Un año después su rendimiento se fue a pique, y solo marcó tres tantos en 984 minutos disputados. Sus números presagiaban lo peor, pero el América se fijó en el uruguayo y para el Clausura 2008 lo contrató. Se consumaba la metamorfosis, SúperRichard dejó de serlo, ahora era uno más del montón.
Con Las Águilas su rendimiento no mejoró. Solo gritó un gol en 15 encuentros y registró su menor cantidad de minutos en un torneo. Apenas seis meses desde su llegada, su salida del Nido se hizo inminente.
En el 2015, después de 20 años de carrera deportiva, SúperRichard se retiraba del fútbol tras jugar sus últimos años en su natal Uruguay. El que llegó y deslumbró con un ‘póker’ de goles, terminó condenando al ostracismo por su el bajo nivel de su juego; sin embargo, el uruguayo no pierde oportunidad en redes sociales para recordar al equipo por el que siente más cariño: Cruz Azul.
