Después de más de tres décadas, el caso de los hermanos Menéndez vuelve a estar en el centro de atención. El próximo 25 de noviembre, una audiencia de hábeas corpus podría marcar un punto de inflexión en el destino de Lyle y Erik, condenados por el asesinato de sus padres en 1989.
La audiencia, que ha despertado un gran interés público, contará con un acceso limitado a la sala. Solo 16 afortunados podrán presenciar en persona los argumentos que podrían llevar a una reconsideración de las condenas o incluso a un nuevo juicio.
Condenados a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional, los hermanos han alegado durante años haber actuado en defensa propia tras sufrir abusos físicos y sexuales por parte de sus padres. Ahora, nuevas evidencias y testimonios respaldan estas denuncias, abriendo la puerta a una posible revisión del caso.
La transición en la Fiscalía del Condado de Los Ángeles añade un elemento de incertidumbre al futuro de los Menéndez. Mientras el exfiscal George Gascón respaldaba una reducción de las condenas, el nuevo fiscal Nathan Hochman tendrá la última palabra sobre si mantiene o modifica las sentencias.
Más allá de la audiencia, la posibilidad de clemencia estatal también está en discusión. Algunos familiares apoyan los esfuerzos de rehabilitación de los hermanos, mientras que otros se oponen firmemente a cualquier intento de liberación anticipada.
Con una resentencia programada para el 11 de diciembre, el caso Menéndez sigue dividiendo a la opinión pública. ¿Serán Lyle y Erik finalmente exonerados o deberán cumplir el resto de sus días en prisión? Las próximas semanas serán cruciales para determinar el futuro de estos hermanos, cuyo caso ha cautivado a Estados Unidos durante más de tres décadas.
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