La isla de Cuba se encuentra sumida en un profundo apagón que ha dejado a casi diez millones de habitantes a oscuras. Más allá de la falta de luz, este corte de suministro eléctrico ha paralizado el funcionamiento de numerosos aparatos y electrodomésticos que dependen de la energía.
Sin poder cocinar con electricidad, los cubanos se han visto obligados a improvisar y encender fogatas en las calles, utilizando linternas para iluminar sus hogares. Esta situación, que se ha prolongado por días, ha generado un escenario surrealista en las ciudades de la isla.
“Es como volver a la época de nuestros abuelos”, comenta Juana, una residente de La Habana. “Tenemos que adaptarnos y buscar formas creativas de sobrevivir en la oscuridad”.
A pesar de los inconvenientes, los cubanos han demostrado su resiliencia y capacidad de adaptación. Algunos han recurrido a generadores portátiles, mientras que otros han optado por cocinar en leña o carbón, tal como lo hacían sus antepasados.
La situación ha puesto de manifiesto la fragilidad del sistema eléctrico cubano, que ha sido golpeado por años de subinversión y falta de mantenimiento. Ahora, las autoridades se enfrentan al desafío de restablecer el servicio y brindar soluciones a largo plazo.
Mientras tanto, los cubanos continúan enfrentando esta adversidad con ingenio y determinación, demostrando una vez más su capacidad de adaptarse a las circunstancias más difíciles.
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