Desde la costa este hasta el golfo, una huelga sin precedentes de casi 50,000 trabajadores portuarios ha paralizado el flujo de mercancías en Estados Unidos. Esta acción sindical, que el presidente del sindicato ILA califica como “un mundo que se derrumbará”, ha desatado una tormenta económica que amenaza con sacudir los cimientos de la nación.
Las demandas de los estibadores se centran en dos puntos clave: la automatización y los salarios. Temen que la creciente mecanización de los puertos, con grúas y camiones sin conductor, ponga en peligro sus puestos de trabajo. Además, exigen un aumento salarial del 77% en los próximos seis años, una cifra que la Alianza Marítima de Estados Unidos (USMX) ha calificado de excesiva.
Según estimaciones, una huelga de solo una semana podría costar a la economía estadounidense alrededor de $2,100 millones. Las pérdidas se concentrarían en productos perecederos, como plátanos y cerezas, que dependen en gran medida de los puertos en huelga para su importación.
Mientras tanto, el presidente Biden ha dejado claro que no intervendrá invocando la Ley Taft-Hartley, que obligaría a los trabajadores a volver al trabajo. Esto significa que la pelota está en el tejado de ambas partes, quienes deberán llegar a un acuerdo para evitar un “desastre de origen humano” que podría tener graves consecuencias para la economía y las elecciones.
¿Podrán los líderes sindicales y la USMX encontrar un terreno común antes de que la crisis portuaria se convierta en un verdadero terremoto económico? Sigue a N24 para mantenerte al tanto de los últimos desarrollos.