Rafael Montes
Los pobladores de Teacapan y su cabecera municipal, Escuinapa, en Sinaloa, junto con otras comunidades más pequeñas de esa zona de playas vírgenes, llenas de palmeras y cangrejos, se quedaron esperando el desarrollo y la bonanza.
En 2009, el entonces presidente Felipe Calderón hizo en Escuinapa una promesa de prosperidad. Pero ésta nunca llegó.
Convertido hoy en un proyecto al que nunca llegó la inversión privada, el gobierno federal abrió ya la posibilidad de realizar una rifa similar a la alusiva al avión presidencial y sortear en lotes, todo ese terreno.
El 17 de febrero de 2009 cuando puso la primera piedra del Centro Integralmente Planeado (CIP) “Playa Espíritu”, el entonces presidente Felipe Calderón, señaló: “Queremos que aquí vengan inversionistas que están buscando oportunidades para sus clientes, de desarrollo, de hoteles, de condominios, de Marina, que permitan precisamente a ellos, poder hacer un negocio turístico en orden y a nosotros, generar empleo y actividad económica para nuestra gente”
Calderón presumió que el mega proyecto turístico sería dos veces más grande que Cancún y en él que se invertirían más de 7 mil millones de pesos de recursos federales para fomentar la inversión privada.
En un terreno cuatro veces más grande que la Ciudad Universitaria de la UNAM en la Ciudad de México, el proyecto de Playa Espíritu, ubicado a hora y media en carretera desde el aeropuerto de Mazatlán, tendría 12 kilómetros de playa, casi 44 mil habitaciones de hotel, 5 mil 500 viviendas y 118 hectáreas de campos de golf, así como centros comerciales y hasta canales para la navegación marítima interna.
Adriana es mesera en el restaurante Mr. Wayne, que tiene más de 30 años de existir en el malecón de Teacapan, un pueblito pesquero, ubicado al extremo sur de Sinaloa, pegado a Nayarit, al que acuden pocos turistas. Menos, ahora en pandemia. Pero ella tiene buena memoria y recuerda muy bien a los clientes que atiende.
En ese lugar, la pobreza se ve en sus calles que lucen sin pavimentar, llenas de charcos y lodo.
“Me acuerdo cuando vino el señor Calderón, que vino a poner la primera piedra, y aquí sí se vio movimiento; conocí a varios empresarios, yo los atendí, y después siguieron viniendo porque sí les interesó, las personas que venían, veían que era playa virgen, que era un pulmón aquí, Teacapan para el mundo”, recuerda.
Las 2 mil 381 hectáreas de ese terreno fueron adquiridas en ese sexenio por el Fideicomiso de Fomento al Turismo (Fonatur) al ex gobernador sinaloense Antonio Toledo Corro, al que le pagaron cien millones de dólares.
Hoy, esa compra “buena para los privados y mala para la Hacienda pública”, como la calificó el presidente Andrés Manuel López Obrador, está condenada al olvido por ese motivo.
Pero en su arranque, Calderón Hinojosa aseguró el éxito del plan y dijo que para 2025 se generarían 150 mil empleos al año, que llegarían hasta 3 millones de turistas que dejarían unos 3 mil millones de dólares de derrama económica anual para beneficio de los alrededores.
Ese día, entre aplausos y sonrisas, se colocó una placa conmemorativa del arranque de las obras.
Han pasado más de 11 años de aquella promesa, el año 2020 está a punto de terminar y el proyecto de Playa Espíritu inició, pero nunca se concretó.
“Mandaban pedir gente, albañiles, y ahí van a trabajar, y los hijos de familia, estudiando turismo, inglés, gastronomía, para poder trabajar en los hoteles que iba a haber ahí, porque eso ya era un hecho”, platica don Melesio Rojas, un habitante de Escuinapa, quien comenta que la noticia de ese proyecto trajo esperanza y alegría a los habitantes del lugar, porque competirían con Mazatlán y tendrían su propio desarrollo turístico.
Remedio Vargas, otro habitante de la zona, coincide con él: el proyecto le haría justicia a Escuinapa, un municipio que vive de las empacadoras de frutas –mango, sobre todo–, que genera empleos temporales, de tres meses máximo, y de la pesca del camarón, que, dice, es saqueado por intermediarios.
José Barrón, propietario del restaurante Mr. Wayne, de Teacapan, platica que en ese tiempo llegaron canadienses a comprar terrenos colindantes con la playa, pues también se proyectaba construir una carretera a la orilla del mar que conectaría a Playa Espíritu con Teacapan.
“Antes, a nadie le importaban esas tierras porque solo daban cocos, pero con el proyecto, se compraron a cinco, siete, diez millones; toda la orilla de la playa está comprada”, dice.
De acuerdo con información proporcionada por Fonatur, la segunda mitad del sexenio de Calderón se fue en trámites para echar a andar el proyecto de Playa Espíritu, pero enfrentó una férrea oposición de grupos ambientalistas que reclamaban un grave impacto ambiental por pretender edificar sobre marismas.
Solo hasta 2014, en el sexenio de Enrique Peña Nieto, según Fonatur, comenzaron las obras.
Se construyó un hotel exprés, de 53 habitaciones, y una casa de playa, que servirían para que los inversionistas que acudieran a conocer el terreno, se hospedaran y negociaran ahí. Nunca se ocuparon.
Además, se construyeron algunas áreas verdes, 40.5 kilómetros de vialidades internas, plantas de tratamiento de agua, banquetas, una plaza cívica, un malecón de 500 metros, drenaje y luminarias. Pero a la fecha no hay ni electricidad.
Aun así, actualmente al menos 35 empleados de Fonatur están asignados al CIP para labores de mantenimiento y seguridad privada. La alberca del hotel exprés, que nadie usa, siempre está limpia por ellos.
Pese a los pocos avances, hasta el año 2018, según Fonatur, se habían destinado 4 mil 700 millones de pesos de recursos públicos federales de los 7 mil 313 millones que se planearon, pero el CIP no está terminado, no se ha abierto a la operación y no hay ni un peso de inversión privada. Es un proyecto fantasma.
“Este terreno está allá refundido, donde no hay aeropuerto… No sé cómo compran un terreno así, el caso es que heredamos ese terreno y no hay quien quiera comprarlo”, dijo López Obrador, el pasado 21 de septiembre, quien ha decidido no invertirle más a Playa Espíritu y rifar los 5 mil 500 lotes que se destinarían a vivienda.
La decepción
Ignacio Quevedo es dueño de un hotel en Escuinapa y hace unos años fue director de Desarrollo Económico de ese municipio. Para el sector hotelero, la noticia de un destino turístico de ese tamaño “era el detonante que estábamos esperando”, afirma.
Pero tras la expectativa que generó el anuncio en los primeros años, vino la decepción.
“De momento, que ya no hubo presupuesto, se terminó y ya no les mandaron presupuesto y dejaron todo abandonado”, platica Melesio Rojas, habitante de Escuinapa, quien dice que también se apagó el ímpetu entre quienes mandaron a estudiar a sus hijos carreras del ramo turístico.
“Se vino convirtiendo en un búnker porque ningún escuinapense tiene acceso a las playas ni al terreno donde se encuentra el CIP, pero tampoco vemos avances, no sabemos si se le invierte”, agrega Quevedo, dueño del hotel IQ, de Escuinapa.
Pero el CIP trajo algo más que la decepción: debido a la presencia del CIP, los recursos federales para programas de turismo los concentraba Fonatur y al municipio no le cae nada para apoyar al sector turístico que sí opera.
Complicaciones ambientales
El actual gobierno federal ha identificado que el proyecto tiene debilidades técnicas y ambientales que justifican dejar de invertir en él.
De acuerdo con Fonatur, entre las debilidades técnicas que enfrenta están la escasez de agua potable en la zona, un subsuelo arenoso que complica la cimentación y requiere de la utilización de pilotes, la ubicación lejana de bancos de materiales para rellenos, riesgo de inundación y condiciones poco favorables para obras marítimas por la orografía con pendientes pronunciadas.
Las debilidades ambientales consideradas actualmente por Fonatur son la pérdida de manglares, depredación de la tortuga marina, pérdida de vegetación forestal, plagas y enfermedades en palmas, pérdida del ecosistema en duna costera, la presencia de pesticidas y coliformes fecales (a un lado hay un rancho agrícola), hipersalinidad y el acuífero somero y contaminado.
¿Rifar lotes?
La idea de rifar los lotes de vivienda cayó bien en algunos escuinapenses que consideran un acierto la propuesta del presidente Lopez Obrador.
“Si por un cachito barato, te dan un’ solar’, por así decir, ahí te alivianas un poco”, opina don Mario Quevedo, un poblador de Escuinapa quien recuerda que el terreno que hoy ocupa el CIP inconcluso “era una cosa maravillosa, pura selva tropical… pero llegaron las máquinas”.
Dice que si van a vender nuevamente ese terreno, que fue rancho del ex gobernador Toledo Corro, ojalá que ahora sí se beneficie la región.
“Porque si ese billete se lo llevan a la bolsa, va a desaparecer…”, reprocha.
Opinión contraria tiene don José Barrón, el dueño del Mr. Wayne, en Teacapan: “no se puede detener, es mucha la inversión que hay ahí”.
Sin embargo, tiene pocas esperanzas de que el gobierno voltee a verlos.
“Sí, vendría más gente a conocer el pueblito éste, que es campo pesquero, las playas aquí están en el abandono”, dice.
“Mire, desde que pasó el huracán Willa, ahí está el malecón porque el agua entró, tumbó todo esto; ahí está, no lo han arreglado, nos tienen en el abandono, estamos esperando que venga otro huracán para que nos acabe de a tiro”, dice y se carcajea, con la resignación de quien se quedó esperando la bonanza prometida.
RLO