El presidente de México, López Obrador, con el secretario de Estado de EE UU, Anthony Blinken, y la secretaria de Comercio, Gina Raimondo, en Palacio Nacional, Ciudad de México, este lunes.
Las relaciones económicas entre Estados Unidos y México avanzan entre la cordialidad y el entendimiento, aunque para ello haya que relegar el asunto más espinoso, las diferencias por la soberanía energética que reclama el presidente López Obrador y que el vecino del norte entiende como una vulneración del tratado de libre comercio entre ambos países y Canadá, el TMEC. La visita este lunes del secretario de Estado Antony Blinken a México ha estado precedida de un tono más cordial que el usado en anteriores ocasiones por el presidente mexicano. Andrés Manuel López Obrador señalaba en la mañanera que sus conversaciones con Joe Biden son de respeto a las soberanías de ambos países, de buena vecindad y de avance en las economías conjuntas. La cuestión energética no saldrá en el discurso de las fiestas patrias.
Las últimas conversaciones entre López Obrador y Biden parece haber sosegado las relaciones entre los dos países, enzarzados en las consultas sobre el papel que deben jugar las empresas privadas en el suministro de energía eléctrica en México. Si el diálogo no resuelve el litigio se convocará al panel de juristas para que arbitren las medidas oportunas. Las medidas propuestas por López Obrador para reducir la participación de la iniciativa privada en el despacho de energía eléctrica en favor de la empresa paraestatal CFE no se compadecen, según opinan los afectados, con el acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos, Canadá y México, TMEC, lo que ha enrarecido las relaciones en los últimos tiempos. El asunto no es pequeño: si finalmente se elucida que México incumple el TMEC en materia energética lo siguiente serían sanciones por parte del país vecino, por ejemplo en forma de aranceles a las exportaciones agrícolas, con las que el mexicano bromeaba recientemente: “Uy qué miedo”, dijo.
Este lunes, sin embargo, ese asunto ha quedado apartado, al menos ante la opinión pública, para centrar los esfuerzos del Diálogo Económico de Alto Nivel en el intercambio de trabajo y esfuerzos para la producción de semiconductores, energías limpias, automóviles eléctricos e internet seguro. Un enorme campo económico que pretende, en palabras de Antony Blinken, convertir América del Norte en un enorme mercado de producción de estos elementos que limite las dependencias de China. “Aunque podamos tener problemas, seguimos adelante para la integración de nuestras economías y construir la región más competitiva del mundo”, ha dicho Blinken en conferencia de prensa.
La secretaria de Economía mexicana, Tatiana Clouthier, el secretario de Estado de EEUU, Anthony Blinken, y el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, durante el Diálogo Económico de Alto Nivel, en Ciudad de México, el 12 de septiembre. RAQUEL CUNHA (REUTERS)
Tanto el secretario de Estado estadounidense, como los secretarios de Economía y de Relaciones Exteriores mexicanos, Tatiana Clouthier y Marcelo Ebrard, respectivamente, han señalado los mecanismos de los cuales se dotó el tratado comercial como las mejores herramientas para resolver las dificultades que surjan, sin que eso empañe el resto de las relaciones económicas. En la misma línea, la secretaria de Comercio estadounidense, Gina Raimondo, señaló que lo que las empresas quieren es “transparencia y predictibilidad”, pero se centró en lo hablado entre ambos países que, a decir de todos los participantes de esta jornada, posibilitará empleos para muchos y buenos sueldos. Avanzó que los fondos que se ya se han ido liberando por parte de las empresas en Estados Unidos también llegarán a México “en la primera mitad del próximo año”.
Para continuar con las buenas relaciones manifestadas, los participantes en estas conversaciones se han emplazado a la reunión en materia de seguridad entre ambos países que se celebrará en octubre y a la próxima cumbre de líderes de América del Norte. Pero la lista de desencuentros entre ambos países no es corta. Aún escuece en Washington la ausencia de López Obrador a la Cumbre de las Américas de junio, celebrada en Los Ángeles, en solidaridad, dijo el mandatario mexicano, con los que no fueron invitados, Venezuela, Cuba y Nicaragua. La reunión buscaba, entre otras cosas, promover el modelo democrático de Gobierno.
Colea también el apoyo de López Obrador a la puesta en libertad del fundador de Wikileaks, Julian Assange, cuya extradición a EE UU ya cuenta con el visto bueno del Gobierno británico y está pendiente del resultado de una apelación. Assange ha sido incluido entre los invitados al Grito, la ceremonia con el que el presidente de México celebra la independencia del país el 15 de septiembre.
En la reunión de hoy, sin embargo, han quedado silenciados los desencuentros, para remarcar las “oportunidades de ambos países” si caminan juntos en un “futuro energético que promueva el crecimiento sostenible”, ha dicho Blinken.
Las dos horas de reunión con el presidente mexicano se han resumido en un comentario en las redes sociales que calificaba la cita como “productiva y amistosa”. Y en el reconocimiento a Joe Biden por sus políticas en pro del buen entendimiento económico entre ambos países.
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