La llegada de los coches eléctricos por baterías como relevo a los coches con motor térmico supone un desafío tanto para fabricantes como para la propia población en todos los frentes habidos y por haber. Para los primeros, no sólo se antoja una tarea complicada encontrar una parcela de mercado con un producto fiable y bien posicionado, y además hacerlo mientras siguen vendiendo coches térmicos para poder sobrevivir y a la vez no pagar multas por emisiones, sino que también trae consigo un reto en cuanto a recursos humanos, y Volkswagen no se libra de ello.
El Grupo Volkswagen parece de los pocos fabricantes que no va a necesitar afianzar su posición hacia el coche eléctrico a través de alianzas estratégicas con otros fabricantes o grupos, con resultados como Stellantis (de PSA y FCA) o el trío que suponen Renault, Mitsubishi y Nissan. Todo parece indicar que gracias a su volumen de ventas globales, tecnología a mano y recursos, no sólo lograrán dar el paso de manera airosa, sino que se plantean como uno de los rivales a batir en esta nueva era del sector de la automoción.
La transición lleva intrínseca pasar del poder industrial ganado en los últimos compases a desarrollar un software que les permita estar en la brecha y seguir en la posición ganada, pero esta vez a base de inteligencia artificial. Desde ahora atributos como el comportamiento dinámico o la historia detrás de la firma quedarán en un segundo plano tras la tecnología.
Y el directivo pone de ejemplo a Nokia y su defunción como empresa puntera: “Nokia es probablemente un buen ejemplo de cómo se puede producir un cambio de este tipo: si no eres lo suficientemente rápido, no vas a sobrevivir”. Y es que las compañías que se equivoquen en esta transición hacia lo eléctrico, probablemente sean las primeras en morir o las que peor paradas salgan, mientras que las que antes acierten, se postularán como las que dominarán el sector en los años venideros. Esto, además, se verá acrecentado por el software que use en su coche eléctrico cada fabricante dada la relevancia del mismo, ya importante en los coches actuales, pero determinante en el futuro.
Volkswagen ID.3 eléctrico, el coche “bandera” de los alemanes en esta nueva etapa de la industria del automóvil.
Decía el alto cargo de Volkswagen Herbert Diess: “La transición más grande a la que se enfrenta la industria automotriz es que el automóvil se está convirtiendo en un dispositivo de software, recopilando grandes cantidades de datos y analizándolos con inteligencia artificial; conocimiento sobre el conductor, condiciones de la carretera, seguridad y luego mejorando la forma en que se comporta este dispositivo, el coche.
Hay una decisión que tenemos que tomar, ¿nos estamos convirtiendo en los proveedores de una especie de cápsula, una carrocería que luego está equipada con un ordenador fabricado por un tercero que maneja los coches, o podemos convertir este emocionante y precioso dispositivo en un dispositivo de Internet real?
Estas son competencias que no teníamos antes, que hemos comenzado a desarrollar en los últimos dos años, pero aún queda un largo camino por recorrer.”
Y para recorrer ese camino que dice Herbert Diess, y hacerlo de manera afianzada y contundente sobre el resto, es haciéndolo en base a un sistema operativo propio. Quieren ser ellos mismos los que administren todos los datos que los coches van a recoger, y lo plantean como el mayor reto para el grupo automovilístico de aquí a los próximos cinco o diez años. Y es por ello que alienta a sus empleados a estar a la última, a ser resolutivos y audaces.
No obstante, la transición hacia lo eléctrico también comprende un aspecto en cuanto recursos humanos que a la larga, de no estar planificadom puede tornarse en un problema de alto grado. En las declaraciones el directivo alemán se muestra optimista con respecto a la situación actual del grupo y cómo están afrontando la pandemia, aunque admiten estar a la expectativa ante esta segunda ola y no oculta que la tesitura es delicada, y aunque esta vez no lo haya mencionado directamente, no se puede ignorar el hecho que no todas las 635.000 personas a las que actualmente Volkswagen da empleo tengan cabida dentro del futuro del grupo alemán. Y si esta pandemia está acelerando la implantación del coche eléctrico, ello implica que también acelerará la salida del coche térmico, con la consecuente reducción de personal.
¿La razón? A grandes rasgos, fabricar un coche eléctrico es mucho más simple que fabricar uno con motor térmico; son coches con un esquema más simple, que requieren de menos piezas para ser ensamblados y por tanto, además de ser más rápidos de fabricar, también requieren de menor personal durante la fabricación del mismo.
Por tanto, las declaraciones del directivo de Volkswagen en su última intervención pública dejaban claro que para que el Grupo Volkswagen siga en la brecha, necesita de sus empleados, pero a la vez necesita que sus empleados se mantengan vivos, y lo hace en un contexto en el que, como comentado, muchos puestos de trabajo se encuentran en un potencial peligro de extinción.