El lunes 11 de enero, los demócratas de la Cámara de Representantes iniciaron un juicio para destituir al presidente de Estados Unidos. Introdujeron un artículo que alegaba que el señor Trump “amenazaba la integridad del sistema democrático, interfería en la transmisión pacífica del poder y ponía en peligro a otro poder equivalente al suyo en el gobierno”. Solo dos otros presidentes habían sido sometidos a un juicio así; ninguno lo había sido dos veces.
El martes, la Cámara de Representantes votó a favor de llamar al vicepresidente Mike Pence para invocar la Enmienda 25 con el objeto de quitarle el poder a Trump por el resto de su mandato. Pence rechazó esa opción, por lo que prosiguieron los trabajos en favor de la destitución. Ese mismo martes fue dicho que Mitch McConnell, líder de los republicanos en el Senado, aprobaba el juicio de destitución como una forma de purgar al partido republicano de la influencia de Trump.
Ayer, miércoles, la Cámara de Representantes votó en favor del impeachment. Eran necesarios 218 votos: los demócratas obtuvieron 232 en total (hubo 10 votos republicanos). Trump fue acusado de “haber incitado a la violencia contra el gobierno de Estados Unidos”. Fue pedida su inmediata destitución como presidente y su inhabilitación para volver a ocupar ese puesto, con este cargo: incitación a la insurrección. Ayer también, el senador McConnell, sin negar su apoyo al juicio de destitución, aclaró esto en una nota a sus colegas del Senado: “No he tomado una decisión final sobre cómo voy a votar, y tengo la intención de escuchar los argumentos legales cuando sean presentados en el Senado”. McConnell anunció que no convocaría al Senado antes del 19 de enero, víspera de la toma de posesión de Joe Biden.
El procedimiento consta de dos partes. La primera ha sido ya pasada: la Cámara de Representantes obtuvo una mayoría simple en favor del impeachment. Ahora es necesario que el Senado proceda a un juicio. Es improbable que el actual Senado, con mayoría republicana, detone el juicio; es más probable que el juicio tenga lugar después, a fines de enero, cuando el Senado esté controlado por los demócratas (con el voto de Kamala Harris). Pero puede ocurrir en ambos casos. Si menos de dos terceras partes de los senadores votan contra el impeachment, Trump será declarado inocente; si votan a favor más de dos terceras partes, en cambio, será declarado culpable. Hace un año, el Senado absolvió a Trump de los cargos de haber ejercido presión ilegal sobre Ucrania para obtener información que pudiera dañar la candidatura de Biden. Pero esta vez, varios senadores republicanos han condenado a Trump, entre ellos Lisa Murkowski de Alaska, Pat Toomey de Pennsylvania y Mitt Romney de Utah, aunque no han dicho que votarían a favor del impeachment, algo que solo ha hecho el senador republicano Ben Sasse de Nebraska. En el Senado presente, 22 republicanos necesitarían votar con los 45 demócratas para llegar a la mayoría de dos tercios; en el Senado futuro, que tomará posesión la semana que viene, 17 republicanos necesitarían votar con los 50 demócratas para obtener esa mayoría. El partido republicano tendrá que decidir qué hacer con la herencia de Trump. Esa decisión lo podría partir en dos.
Investigador de la UNAM (Cialc)