En la localidad palestina de Belén, la Iglesia de la Natividad, donde según la tradición cristiana nació Jesucristo, se prepara para otra Navidad marcada por la sombra de la guerra en Gaza. Cientos de fieles se han congregado en torno a este emblemático lugar, pero las grandes celebraciones públicas han sido suspendidas por segundo año consecutivo.
La Plaza del Pesebre, normalmente adornada con el tradicional árbol de Navidad gigante, permanece desnuda, reflejando el ánimo sombrío de sus habitantes desde el estallido del conflicto entre Israel y Hamas. Sin embargo, en medio de esta oscuridad, el Papa Francisco se alza como un faro de esperanza.
En el Vaticano, el pontífice argentino inaugurará este martes el Año Santo 2025, un gran peregrinaje internacional que se espera atraiga a más de 30 millones de fieles de todo el mundo a Roma. En la Nochebuena, a las 19H00 (18H00 GMT), en presencia de unas 30 mil personas y con transmisión a todo el mundo, el Papa abrirá la Puerta Santa de la basílica de San Pedro, simbolizando el inicio de este Jubileo “ordinario”.
Posteriormente, Francisco presidirá la misa de Nochebuena en la basílica de San Pedro, una ocasión en la que el pontífice aprovecha para llamar la atención sobre los conflictos en el mundo. Sus recientes declaraciones calificando de “crueldad” los bombardeos israelíes en Gaza han generado críticas del gobierno de Israel.
Mientras tanto, en Belén, unos pocos vendedores de café y de maíz esperan algún cliente en la plaza de la Natividad, en un ambiente de incertidumbre y tristeza. Sin embargo, la luz de la esperanza que el Papa Francisco trae a través de este Año Santo podría ser el consuelo que la ciudad necesita en estos tiempos difíciles.
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