Cuando las acciones de Nvidia se desplomaron a principios de este año, el veterano gestor de activos Impax Asset Management actuó con rapidez y astucia. Ian Simm, director ejecutivo y fundador de la firma con sede en Londres, revela que su equipo había estado buscando la oportunidad perfecta para corregir una decisión equivocada tomada hace unos años.
“Simplemente subestimamos el potencial de mercado de los productos de Nvidia”, admite Simm. Pero cuando el valor de mercado de la empresa se desplomó cerca de un billón de dólares, Impax triplicó su participación, aprovechando el momento para entrar en una posición que habían lamentado no tener antes.
Ahora, Simm cree que la valoración actual de Nvidia, de más de 3.2 billones de dólares, sigue sin reflejar su verdadero valor. Según él, el auge de la inteligencia artificial impulsará aún más la demanda de los chips de la empresa, convirtiéndola en una inversión cada vez más atractiva.
Pero Impax no solo ve el potencial financiero de Nvidia, sino también su impacto ambiental. Los últimos chips de la compañía, los Blackwell, requieren solo una fracción de la energía necesaria para desarrollar modelos de IA como GPT-4, lo que los convierte en una opción más sostenible. “La capacidad de Nvidia para ofrecer ahorros de energía la hace aún más valiosa”, afirma Simm.
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