Aunque para muchos ya no es un secretillo que el ex priísta Abel Guerra controla el partido de Morena en Nuevo León, lo que sí era hasta hoy un secretillo es que por su culpa y “nomas’ por su culpa” como diría la canción, es que los candidatos a las alcaldías por dicho partido no han podido arrancar campañas.
Y es que usted no me crea mucho, pero nos cuentan desde las lujosas oficinas de Morena en el Obispado que el arquitecto, Abel Guerra, optó operar ante el órgano electoral registrando como partido a cada aspirante, en lugar de dejar que cada uno lo hiciera por su parte como el resto de institutos políticos.
Se preguntará usted qué tiene eso de malo o de raro, pues nada más y nada menos que fue la artimaña que utilizó el señor de Escobedo para verificar planilla por planilla que no se le fuera un solo regidor por la libre, es decir, quería palomear uno por uno a todos los que competirán por un cargo de elección popular, asegurándose así que no haya gente de otros grupos contrarios infiltrándose en su nuevo partido, digo, en Morena.
Y mientras tanto, los pobres candidatos a alcaldías y diputaciones están atados de mano pues aunque oficialmente ya arrancaron campañas, ellos aún no tienen el registro hasta que Abel Guerra palomee a todos, junte sus papelerías y las ingrese al órgano electoral.